Fumigar o no fumigar mosquitos y los derechos humanos

Derechos humanos

Mucho hemos escuchado sobre el cambio climático… y todavía escucharemos aún más. Así lo confirman las recientes expresiones del Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, “es imperativo actuar con celeridad en la mitigación del cambio climático, un fenómeno del que ningún país está a salvo ni puede enfrentar solo.”

A esos efectos, se han expresado la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA), por entender que el cambio climático tendrá implicaciones negativas sobre los derechos humanos. El derecho a un medio ambiente sano incluye el derecho a disfrutar de un entorno ambiental seguro para el desarrollo de la persona y tiene, como contrapartida, el deber de conservarlo y la obligación por parte de los poderes públicos de velar por una utilización racional de los recursos naturales. Además, es considerado como uno de los derechos humanos de tercera generación, esto es de carácter colectivo y difuso.

Con relación a América Latina, específicamente, el cambio climático global ya está afectando negativamente el disfrute de los derechos humanos de las personas y de las comunidades más vulnerables. Uno de los impactos identificados como más problemático es la dramática reducción en la disponibilidad de agua dulce para millones de personas, a medida que se derriten los glaciares, se degradan los ecosistemas de alta montaña que capturan agua y se vuelven más erráticos los patrones del clima. Los extremos climáticos también están incrementando la severidad de las tormentas e inundaciones, causando la destrucción de cientos de hogares, la pérdida de cultivos y daños a la infraestructura. Además, los efectos para el suelo se observan con el incremento de sequías e incendios forestales, los cuales tendrán impactos desastrosos en el acceso a la alimentación y a la vivienda.

Precisamente, uno de los impactos que provoca el cambio climático es sobre la salud humana a través de enfermedades transmitidas por vectores y/o mosquitos. Actualmente la Isla continúa en extrema vigilancia para prevenir la transmisión del virus del Zika y/o atender las manifestaciones del virus especialmente en mujeres embarazadas, ya que este virus puede causar microcefalia y otros defectos de nacimiento y el desarrollo, así como pérdida del embarazo. En los adultos existe la posibilidad que pueda producir parálisis (Síndrome de Guillain-Barré) y otros problemas neurológicos. En los últimos días se ha desarrollado un debate intenso sobre cuál sería la forma o formas de reaccionar efectivamente a un fenómeno que precisamente no atendimos oportunamente y seguimos sin atender. Además, se han levantado grandes interrogantes sobre las intenciones del Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) y la Agencia para la Protección Ambiental (EPA) con relación a la fumigación.

Y mientras la amenaza persiste, ahora evaluamos si ¿fumigamos o si no fumigamos? Pero, realmente, ¿sabemos de lo que se trata? La propia Organización Mundial de la Salud se ha unido a la opinión de varios países de América Latina sobre la necesidad de fumigar. A esos efectos, la OMS ha recomendado plaguicidas y ha advertido sobre las precauciones que se deben tomar para eliminar las larvas de mosquitos, así como para matar a los mosquitos adultos. Venezuela, Colombia y Brasil, Uruguay, Perú y El Salvador ya han comenzado los trabajos de fumigación.

Durante la fumigación, los mosquitos volando en el área afectada mueren. Sin embargo, aunque la población de mosquitos es reducida durante varios días, el insecticida no impide la entrada de otros mosquitos.

Más allá del ZIKA

Los gobiernos deberán cooperar para crear compromisos internacionales vinculantes, efectivos y equitativos para prevenir y reducir las contribuciones causadas por los humanos al cambio climático global.

Así mismo, deberán revisar las políticas vigentes de energía para incluir más fuentes de energía renovables; priorizar la adaptación y la mitigación de medidas que protejan a los ecosistemas frágiles tales como manglares, glaciares y páramos, que ayudan a reducir los impactos del cambio climático.

Además, deberán requerir que todos los grandes proyectos de desarrollo incluyan evaluaciones del cambio climático como parte de una evaluación de impacto completa, previa e independiente, evitar el financiamiento de proyectos que contribuyan al cambio climático y adoptar una perspectiva de derechos humanos sobre el cambio climático y las políticas de energía para la inversión.

El medio ambiente ha estado enviando señales directas y claras. Mientras más tiempo invirtamos en ignorarlas, más complicado se presenta el escenario para esta generación y las generaciones venideras.