Nota EPA: Aquí un poema reflexivo para estos tiempos nocturnos, del Obispo de la Liberación, Dom Pedro Casaldáliga.
La noche y yo luchamos
impotentes
y el gallo no proclama
los rounds de este combate.
El día
caerá
como un decreto
sobre esta lucha sorda
y yo seguiré siendo
el mismo personaje
de antes de esta noche.
-II-
El día y yo reñimos
azorados
por las contadas horas
que van de seis a veinte.
Mientras la luz nos cubre, como un manto,
el miedo de llegar a no ser día.
-III-
La tarde y yo morimos
silenciosos.
La noche
caerá
como un decreto
sobre las hojas mudas
que olvidarán la gloria de esta tarde
y el paso de mis ojos.
Mañana serán otros
el día y los humanos.
(Si no tuviera fe para negar la muerte,
quizás yo no tendría coraje de nombrarla).