Sudán del Sur: un año de problemas e incertidumbre

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Juba-  Sudán del Sur celebra hoy el primer aniversario como Estado independiente en medio de problemas recurrentes y otros germinados con la naciente República, que enfrenta el reto de avanzar en medio de las dificultades.

De la euforia vivida el 9 de julio de 2011 por los más de ocho millones de sursudaneses quedó solo el destello, que dio paso a una atmósfera sombría y de incertidumbre sin avizorarse en corto plazo soluciones perdurables.

La escisión de Juba de Sudán arrastró consigo viejos problemas, como el hambre, la pobreza, inseguridad, corrupción y la violencia interétnica, más generó nuevos que entronizan con aquellos y dificultan aún más su estatuto de nueva nación.

Entre los temas en disputa están el diseño de una frontera común con Jartum, la distribución de los recursos petroleros y la definición de zonas en disputa como Abiyei.

Sudán del Sur intenta alcanzar la verdadera independencia económica y política y, si se quiere, hasta territorial al no tener todavía delimitadas sus fronteras con su vecino del norte.

Por si fuera poco, tiene por delante la misión de reconstruir el país -después de dos décadas de conflictos armados- los servicios de administración, infraestructura y de base.

Algunos datos muestran la depauperación en el sector de la salud, en el que sólo el 19 por ciento de los partos son atendidos por profesionales sanitarios y uno de cada siete niños muere antes de cumplir los cinco años de edad.

En la educación el 73 por ciento de la población adulta es analfabeta, mientras la tasa de matrícula en el nivel secundario asciende sólo al seis por ciento.

A lo anterior debe añadirse la carencia de infraestructuras, la debilidad del Estado en ejercer su autoridad más allá de la capital, y el recrudecimiento de los conflictos armados internos con la consiguiente avalancha de desplazados y la agudización de la crisis alimentaria.

La corrupción es otro fenómeno latente en el país, donde el presidente, Salva Kiir, admitió que 45 funcionarios robaron nada menos que cuatro mil millones de dólares destinados a los servicios públicos básicos.

El cierre de la frontera tras la proclamación de la independencia -como consecuencia del acuerdo marco firmado por el gobierno en Kenya en 2005- derivó en el incremento en 200 por ciento de los precios en los artículos de primera necesidad, según ONU.

A ello habría que añadirle el cese de la producción petrolera -representa el 98 por ciento de los ingresos-, que redujo considerablemente las entradas en divisas y provocó una debacle en la economía.

Precisamente la situación del crudo llegó al paroxismo cuando tropas de Juba ocuparon la zona de Heglig por 10 días, lo cual dio lugar a enfrentamientos armados con el ejército de Sudán.

Las presiones de organismos regionales como la Unión Africana (UA) y las Naciones Unidas obligaron a los contendientes a sentarse en la mesa de negociaciones. Por tercera ocasión, Sudán y Sudán del Sur reanudaron el 5 de julio las negociaciones para intentar resolver las diferencias que inciden en el buen desenvolvimiento de las relaciones bilaterales.

La delegación de Jartum está presidida por el ministro de Defensa, Abdelrahim Mohamed Hussein, mientras que por Juba la encabeza el jefe negociador, Pagan Amum.

Omer Dahab, portavoz sudanés, declaró a periodistas que, pese a no alcanzarse acuerdos, las negociaciones constituyen un destello de esperanza.

Estas conversaciones, aún en curso, son promovidas por la UA, y dan continuidad a las celebradas el 30 de mayo y el 30 de junio.

Pese a los fracasos del diálogo, Amum se mostró optimista, al igual que la representante especial de la ONU para Sudán del Sur, Hilde Jonson, quien señaló que las negociaciones evolucionan rápidamente.