Diego Salcedo, Uroyoán y los derechos humanos

Derechos humanos

altLa historia se repite dicen los historiadores. A finales del 1492 la embarcación Santa María, la más grande de los tres barcos que acompañaron a Cristóbal Colón al Nuevo Mundo, zozobró en la Hispaniola, en la parte hoy conocida como Haití. Con su madera construyeron el Fuerte Navidad en esa localidad. Cristóbal Colón dejó allí a 39 tripulantes y al primer cirujano en pisar América, Juan Sánchez. Cuando Colón regresó en su segundo viaje encontró que los indios de la Hispaniola habían exterminado a todos los españoles de la isla, incluyendo al cirujano. Esos indios ya habían descubierto temprano en el 1493 sobre la mortalidad de los españoles. Es en ese segundo viaje que Cristóbal Colón descubre a Puerto Rico, aunque no se sabe por dónde entró o si desembarcó en la isla.

La historia nos indica que lo que sería el primer experimento científico realizado por los indios borincanos, fue ahogar a un español, Diego Salcedo, para confirmar la mortalidad del invasor. En los comienzos de la conquista los españoles abusaban y esclavizaban a los indios tainos. Los tainos creían que los españoles eran inmortales. Los indios planificaban luchar contra los españoles, pero temían que perderían ante la creencia de que los invasores fueran inmortales. Eso hizo que el Cacique Agueybaná convocara a una reunión de todos los caciques que componían el Consejo Supremo de Boriquén para planificar la revuelta indígena. Los caciques resistieron la decisión del jefe Agueybaná, ya que algunos de ellos opinaban que los españoles eran inmortales. Sin embargo, decidieron hacer algo para comprobar si los españoles eran o no inmortales. Fue el Cacique Uroyoán, cacique de la región de Añasco y Mayagüez, quien diseñó un plan para resolver el enigma.

El soldado español Diego Salcedo quien había aprendido a comunicarse con los indios mientras visitaba el yucayeque (poblado) de Uroyoán fue acogido como invitado para pernoctar en la casa del Cacique Uroyoán hasta el día siguiente. Cuando Salcedo se disponía a continuar su camino, Uroyoán les designó a varios indios para que lo acompañaran. Al llegar al Río Guaorabo de Añasco los indios se dispusieron a cruzarlo por el río sobre sus hombros. Al llegar al medio del río lo soltaron y lo sumergieron bajo el agua hasta que se ahogó. Luego lo colocaron a la orilla del río, comenzaron a hablarle y le pidieron perdón. Al no resucitar, al tercer día Agueybaná y Uroyoán visitaron el cadáver y confirmaron la muerte del mismo. Ante el hallazgo de la muerte de Salcedo los indios empezaron la guerra (guasábara) en contra de los españoles. Es curioso que en Añasco se ha acuñado la frase, “Añasco, ciudad donde los dioses murieron”.

Varios historiadores modernos opinan que ese acontecimiento posiblemente nunca ocurrió y que es meramente un mito; una leyenda que ha sido plasmada en algunos documentos históricos. Sin embargo, hay que considerar la situación que afrontaban los indios borinqueños en ese momento y la decisión que tenía que tomar el Cacique Agueybaná de iniciar o no una rebelión en contra de los españoles. Si los españoles eran inmortales, Agueybaná y sus indios no tendrían oportunidades de prevalecer. Aunque, si en efecto los indios de Boriquén se hubieran enterado de la matanza que ocurrió en el Fuerte Navidad en la Hispaniola a principios de 1493-- ésta había ocurrido 18 años antes. Me atrevo a aventurar que Agueybaná y más que nadie Uroyoán, tenían personalidad de cirujano y no confiaban en lo que les dijeran; querían comprobar por si mismos cuál era la realidad sobre la inmortalidad de los españoles. Añeses No fue hasta que se convenció de la mortalidad de los españoles que Agueybaná ordenó el levantamiento de los indios contra los españoles. Ya sabemos el resultado de ese levantamiento. Para el 1530 quedaban escasamente 1,148 indios taínos en la isla.

En el Siglo 20 la humanidad hizo grandes avances con relación a los derechos humanos, el sufragio universal, las leyes para evitar el maltrato conyugal, el discrimen y el hostigamiento en el trabajo. En casi todos los países del mundo se ha legislado para proteger a hombres y mujeres de diferentes preferencias y orientación sexual. Ya se permite el matrimonio entre las personas del mismo sexo, la adopción de niños por parejas lesbianas u homosexuales. Ya no hay homosexuales en el closet y que para bien sea. Se supone que todos los seres humanos somos iguales ante la ley-- ningún ser humano es superior a otro ser humano. Estamos en pleno Siglo 21 y el progreso no se detiene. Por primera vez en Puerto Rico tenemos a una lesbiana como Jueza Presidenta del Tribunal Supremo, el más alto foro judicial del país. Y su compañera es jueza del Tribunal Apelativo de Puerto Rico. El progreso no se detiene y nadie puede interferir con los cambios que ocurren en la sociedad.

Los adelantos científicos continúan y constantemente todos los dogmas tanto científicos como sociales, morales y legales son retados por los ciudadanos pensantes del país. Por tanto, puede que en un futuro cercano otro Uroyoán se atreva a retar no a los invasores, ni a la inmortalidad de los jueces, sino a la inmunidad absoluta y la impunidad de los jueces.

Como dijo el cantante y compositor norteamericano Bob Dylan en el 1964 en su canción “Times are Changing”. For the loser now/will be later to win, for the times are a-changin.(sic) (Los tiempos están cambiando. Para el perdedor ahora podrá ganar, los tiempos están cambiando).

Hay que conocer el pasado para mejorar el futuro.