EL RACISMO

Creativo

Eso del racismo, brother, no esta en na’. Así decía el cantaautor de salsa Rubén “Panamá” Blades en una canción llamada Ligia Elena sobre el racismo en Venezuela. Es curioso, pues todos reconocemos que hay racismo. Todos reconocemos que es terrible. Pero lo cierto es que convivimos con el, lo naturalizamos y muchas veces aún bajo el “reclamo” de que no somos racistas, hemos adoptado una lógica de exclusión sigilosa con la que convivimos.

El racismo es una relación social, como cualquier otra, basada en un trato discriminatorio de una persona hacia otra, pero donde distinto a otros tipos de discriminación, entra en juego el eje de la opresión. De esta forma, a veces podemos discriminar a una persona, pero de ahí a entrar en una relación opresiva es otra cosa. Por tanto, el racismo, como lo conocemos en la actualidad tiene como eje dominante la relación social de la esclavitud, donde el dueño de la propiedad [humana] se impuso ante otros seres humanos, basándose en una relación de raza dominante frente a la raza no dominante. Más aún, una relación en la que la forma dominante de la interacción era el maltrato, la humillación y el desprecio a la cultura del otro.

Desde esta perspectiva, el racismo, como lo conocemos en la actualidad, estuvo muy ligado a la expansión del mundo europeo por medio del colonialismo y la trata de esclavos dentro del modo de producción dominante de la época. Lo importante es reconocer que la modernidad de este período, trajo consigo una cultura distinta a la prevaleciente. Antes del descubrimiento del continente americano, ya había esclavos tanto para los indios mayas, como para la corona española. Lo que hizo distinto la modernidad fue ligar esclavitud con la noción de racismo. Dentro de esta perspectiva, el racismo que se incorporó a la noción prevaleciente de la esclavitud fue algo nuevo.

A partir de entonces (Siglo XV en adelante), se combinó la noción, en particular en el mundo europeo, de que la esclavitud se vinculaba con esclavos de origen africano. Desde esta perspectiva, no es posible desvincular el proceso de la esclavitud, de la relación racial con las personas de raza negra. Esta práctica social es un fenómeno bastante reciente para la visión global del racismo. Lo aclaro, pues hasta los Siglo XVI y XVII, todavía se encontraban esclavos blancos y árabes. No obstante, esta visión de incorporar al mundo esclavista a personas de raza blanca, se pierde con el pasar del tiempo.

El racismo profundo a través de la esclavitud de los Siglos XVII, XVIII y XIX, se reduce al racismo contra las personas de origen africano. Es forma de racismo que hemos heredado y que nos ha dejado un mal sabor, que se sigue reproduciendo hoy, y que vincula el racismo fundamentalmente con las personas de raza negra, quienes, a su vez, se relacionan de una forma u otra con la memoria de la esclavitud. Por tanto, para nosotros el racismo fue y sigue siendo una relación de dominación basada en la opresión. Como relación de dominación, se representó y se representa aún bajo el supuesto de que un grupo racial está convocado a dirigir y otro a ser dirigido; que un grupo racial está convocado a ser dueño y el otro a ser empleado; que un grupo racial es estéticamente hablando bonito, mientras que el otro no lo es; que un grupo racial es, bajo los parámetros dominantes, inteligente y el otro no.

En fin, que el racismo se impone como una noción de dominación que nos permite entender por que justificamos el temor de que “mi hija no se case con un negro”. Es decir, porque en nuestra memoria colectiva aceptamos y comprendimos que un grupo racial cumplió una responsabilidad histórica, ser dominantes, mientras otro grupo racial cumplió otra –ser dominados. Lo inaceptable de esta conversación es que hemos normalizado, por vía de esta mirada, la desigualdad y el maltrato.

Por tanto, ser racista hoy no es necesariamente comportarse como un opresor ante otra persona que uno entiende es inferior a uno y por tanto sujeta a su maltrato. En realidad, conozco a muy poca gente que caiga bajo esta categoría. No obstante, si conozco a mucha gente que bajo la consigna de lo “normal” entiende y ve de forma poco problemática que una gente, siempre los mismos, dirijan, y que otras personas de raza no dominante, no lo hagan nunca. De modo que, como nos recuerda Steven Carter en su clásico ensayo sobre el racismo, hemos normalizado una cultura de exclusión y opresión. Eso del racismo, brother, sigue sin estar na’.

 

Ensayos para la terraza. Isla Negra. 2008