“… una Mora”. Así reza la canción de Rubén Blades y Willie Colón. Pero de igual forma, me canto la canción para entender el conflicto del pueblo Sirio. Por un lado, hay un sentimiento popular que expresa defecto con el régimen histórico (desde la década de 1960) del actual presidente Bashar al Asaad. Las fuerzas de oposición se organizan por vía del Ejército Libre de Siria, el cual representa una amalgama de fuerzas insurgentes, no controladas por un solo frente. Esto lo hace distinto al caso de Libia, donde de alguna forma hubo un eje central, a pesar de la autonomía de los grupos insurgentes diversos.
Entonces, el problema de Siria es uno interno. No obstante la presencia de los externos es muy fuerte. Esto incluye al grupo religioso radical, al-Quaeda. Estos y otros, han reclamado que se libra una guerra santa (Yihad) en Siria. Por otro lado están los poderes globales: de un lado los EE.UU, Reino Unido y Francia; de otro lado Rusia y China. Además están los poderes regionales: Turquía, Israel e Irán. En resumen, todos desean despojar/se a Siria de algo o alguien.
La guerra ha escalado a un conflicto civil. La población no militarizada sufre los estragos por parte de todas las fuerzas en conflicto – desde el Ejercito Árabe Sirio (el oficial) hasta las fuerzas insurgentes múltiples. Nada dice que el conflicto terminará hoy. Lo que si se alega es que mucha gente habrá de continuar muriendo. Esto ya incluye, de forma significativa, combates abiertos en todas las grandes ciudades, como a su vez en las fronteras.
De nuestra parte a que medio creerle. Pienso, que en el momento actual los medios dominantes (desde El País de España, hasta Prensa Latina de Cuba), han tomado postura con el conflicto y sus noticias responden a matices informativos muy bien dirigidos.
Desde una mirada Caribeña, cualquier conflicto donde continúen muriendo seres humanos, no es uno a celebrar. A pesar de la distancia de este evento, la cultura de la guerra, es una que nos afecta a todos y todas en este planeta.