Memoria y Rebelión

Cultura

Mientras recordamos la emboscada y los asesinatos políticos contra Ángel Darío Rosado y Soto Arriví, el gobierno – liderado por muchos de los que planificaron y ayudaron a encubrir la represión, persecución y asesinatos políticos – se sigue organizando para continuar eliminando derechos constitucionales y tener más poder para reprimir la disidencia general, la cual se expresa de múltiples formas, directas e indirectas (desde la protesta política y social y los movimientos sociales, hasta el crimen y el suicidio). La represión seguirá aumentando ya que el descontento y la desesperación general también lo harán, no solo en Puerto Rico y el resto del Caribe sino en gran parte del mundo.

Cada día ‘presenciamos’ por las ‘redes sociales’ rebeliones en distintas ciudades de Estados Unidos y Europa. Justo esta semana la ciudad de Anaheim en California, experimenta la rebelión de los residentes latinos, quienes han sido discriminados y reprimidos por décadas. La creciente ola de xenofobia que se vive en el país, además de la depresión económica que tiene a casi toda la población en vilo, añade unas ‘variables’ que son difíciles de contener a la hora de expresar la indignación colectiva. Seguirán quemándose las ciudades, y los gobiernos conservadores junto a los dueños de la empresa privada aumentarán sus esfuerzos – y ganancias en la industria de la [in]seguridad y el control social – de represión. A la resistencia permanente las clases dominantes contestan con contra-insurgencia permanente, la cual incluye la represión directa y el control y espionaje [in]directo.

Importante en estas coyunturas es la memoria, no olvidar de experiencias y sucesos en la historia política de las sociedades en lucha. Por ejemplo, mucho de lo que, de manera más sofisticada y perversa, se practica hoy, se organizó contra la insurgencia irlandesa en las ciudades de Irlanda e Inglaterra. De igual modo, los planes para usar los aviones drones en las ‘fronteras’ nos debe acordar que los mismos se usan para matar afganos – incluidos entre estos mujeres, niños, ancianos y hasta poblados – con la excusa de ‘eliminar’ a un acusado de terrorista. Mas aun, debemos estar claro que lo que definimos como ‘frontera’ es cambiante y que nuestras ciudades están preñadas de códigos de segregación, donde barrios, calles, esquinas, lugares y hasta cuerpos, son redefinidos como ‘fronteras’, lo cual hace de todo espacio un posible lugar de represión.

Ante esto la memoria y el estudio de los movimientos sociales y el control social debe acompañar a la organización y práctica política para abrir nuevos espacios y crear realidades de vidas justas y pacíficas en ciudades-santuarios donde la dignidad humana se nutra y proteja frente a cualquier represión.