Carmen Asalea López y el arte de encuadernar

Caribe Hoy

altSe crio entre hilos, prensas y el telar. Carmen Asalea López León viene de un linaje de encuadernadores. Su abuelo Carlos León, era el maestro encuadernador e instructor en la zona industrial de San Juan. Allí entrenó muchos alumnos entre ellos, a su hijo Carlos y a su yerno, padre de Asalea, Juan López Ramos.

A sus 13 años, Juan López Ramos ya hacía algunos pininos en la encuadernación pero quería certificarse en ese arte, para ello tenía que ir a la escuela de la zona industrial donde el Maestro Carlos León, daba los exámenes prácticos de encuadernación. Don Juan, como se le conoció luego, encuadernó bien el libro pero no lo hizo siguiendo los pasos correctos, primero montó la tripa y luego la carpeta. El proceso era al revés. El Maestro no lo pasó, pero le invitó a ir al día siguiente a trabajar con él en su taller localizado en Villa Palmeras, para enseñarle correctamente el arte de la encuadernación. De ahí surgió una relación que duraría toda una vida y transcendería generaciones.

En el taller de Villa Palmeras, el Maestro no solo encuadernaba, sino que hacía capias para las bodas, invitaciones, recordatorios de bautismo y muchas otras manualidades para ocasiones especiales. En el taller conoció a Carmen León, la hija del Maestro, con quien se casó, viendo en matrimonio hasta el 9 de noviembre de 2018, cuando falleció. Don Juan, a instancias de su cuñado Carlos, también encuadernador, solicitó trabajo en la Biblioteca Lázaro de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Allí trabajó por 30 años, encargado de la encuadernación de los libros. Sin embargo, por muchos años al salir de su trabajo se iba al taller del Maestro, para darle la mano a quien fue su mentor y ahora era su familia.

Don Juan tuvo dos hijas, una de ella Asalea quien desde los 13 años empieza a coser lomos de libros para ganarse una mesada para comprarse sus gustos. Asalea comienza estudios universitarios. Hace 3 años de estudios generales en la UPR, 3 años de justicia criminal en la Universidad del Este y adquiere un diploma de esteticista en Manson D’Estetique. Sin embargo, es al arte de la encuadernación a lo que finalmente dedica su vida. A los 19 años se encarga de componer el tipo-letra en el taller de su papá, Don Juan. Y es en el 2010, que formaliza el negocio registrándolo oficialmente como Taller de Encuadernaciones López, localizado en el área de Carolina, cerca del Centro Judicial.

Entre los clientes del taller están las Universidad de Puerto Rico, recintos de Río Piedras, Humacao y Carolina, la Universidad Católica de Ponce, la Universidad Interamericana, el Museo de Ponce, el Tribunal Supremo de Puerto Rico, la Universidad Carlos Albizu, muchos abogados y otras instituciones. El trabajo que se hace es totalmente artesanal. Es decir, cada libro y cada protocolo que se encuaderna se hace manualmente, por lo que resultan en una obra única. Por ello en el área metropolitana, y en la isla, no son muchos los encuadernadores.

Asalea nos dice que tiene trabajo todo el año, y que particularmente las temporadas de marzo a septiembre y noviembre y diciembre, son los meses más fuertes. En el taller antes trabajaba con Don Juan. Desde hace 4 años, solo trabajan ella y su pupilo, Carlos Agosto. Carlos, un mecánico con licencia, había perdido su empleo y estaba ayudando a limpiar carros en Autolux, el gerente amigo mutuo de ambos, le presenta a Asalea. Ella lo emplea, al principio solo para sacar grapas de los trabajos a encuadernarse, luego clasificando letras. Pero Carlos muestra tener destreza para los trabajos manuales, y en poco tiempo aprendió todo el proceso de encuadernación. Carlos nos dijo que se siente cómodo en el trabajo, que a diferencia de la mecánica es un trabajo limpio y artesanal, que la deja dinero suficiente para llevar el pan a su casa de forma digna.

El arte de la encuadernación es una especializada y no son tantos los que la practican. Asalea lleva en su sangre ese arte y ha hecho de ella su forma de vida. Ella espera poder transmitirla a futuras generaciones para preservar esta forma singular de trabajo, que es el arte de encuadernar libros. Adelante y éxito.