Nadie descubrirá tus huellas del colectivo puertorriqueño Amalgama G7

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altCelebramos la recién publicación de la novela Nadie descubrirá tus huellas, producto del trabajo del colectivo literario Amalgama G7, compuesto por los escritores Luis Alejandro Polanco, Mara Daisy Cruz, Awilda Cáez, Layda Melián y Milagros González, todos egresados de la maestría en Creación Literaria de la Universidad del Sagrado Corazón, institución comprometida a través de su programa de estudios graduados con el quehacer literario puertorriqueño.

Este proyecto ha sido publicado bajo el doble sello de País Invisible Editores, de Puerto Rico, y Editorial Santuario, de la República Dominicana. El lanzamiento internacional de esta novela se llevó a cabo en la pasada vigésimo segunda Feria Internacional del Libro en República Dominicana, dedicada a Puerto Rico, país invitado de honor.

¿Qué se puede decir de un texto como este, sin afectar la delicia del proceso personal de lectura? A modo de entremés podría comenzarse señalando que es preciso ser conscientes de su significado: es la primera novela colectiva de las letras puertorriqueñas. Solo con esto debería aparecer la necesidad, casi la obligación, de adentrarse en el texto, pues su publicación marca un hito en la cronología de nuestra historia literaria.

Resulta valioso tanto el contenido de la diégesis, como su pretexto y contexto, pues Amalgama G7 nos ha compuesto una historia que juega con la tipología de personajes esperada dentro de una novela policiaca o detectivesca, pero criollizados, y con ellos entabla una diálogo con la sociedad, la cultura y algunos eventos históricos de la realidad puertorriqueña, como por ejemplo el incendio del Hotel Dupont Plaza en la década del 80. Por consiguiente, no se ciñe únicamente a cumplir con el propósito estético y lúdico de este género novelesco, aunque si fuésemos a valorarla solo por esto ya tiene suficientes méritos. Aquí hay un juego con la anécdota y con los personajes que busca plantearnos una serie de temáticas importantísimas relacionadas a las ideas de la justicia y la retribución por las acciones, un cuestionamiento de lo que es el cumplimiento de la ley, de lo que es la verdad, lo correcto y su contraparte, lo incorrecto, lo inmoral, todo lo cual podría verse a la luz de las ideas que plantea Michel Foucault en su importante texto Vigilar y castigar.

En un momento en el cual en Puerto Rico proliferan las publicaciones, el colectivo Amalgama G7 se ha dado a la tarea de conjurar un texto innovador. Y esto es muy importante tanto para los que trabajan desde “afuera”, en la crítica literaria, como para los que trabajan de cerca, las y los escritores, que son capaces de comprender la complejidad de la factura del género novelesco. El proceso de escritura de una novela implica soledad, tiempo, detenimiento para poder ponderar los personajes, darles forma y verosimilitud; planificar y bosquejar seriamente la acción, de modo que pueda producirse posteriormente la magia entre el texto y su lector. Así que, si esto resulta una tarea avasalladora a nivel individual, es necesario ponderar cuánta complejidad y compromiso implica que cinco personas se hayan puesto de acuerdo, hayan decidido hilar esta historia. Es preciso recalcar el concepto del compromiso que se haya envuelto en este trabajo escritural, pues, tal y como menciona Layda Melián (Yolanda López López) en el artículo que les dedica el periódico El Nuevo Día, “trabajar esta novela colectiva requirió que cada uno entregara parte del ego que uno tiene como escritor” (Barceló Jiménez, 2019). Y como el refrán que dice que dos cabezas piensan mejor que una sola, este proceso tan singular para escribir una novela, no solo exige deshacerse, como menciona López, de los egos, sino también implica hasta cierto punto el sacrificio de los rituales personales de escritura, de la soledad tan necesaria, de la visión individual del proyecto novelesco, entre otros. Lo que comenzó como un ejercicio de escritura entre colegas que desean enriquecerse a través de la mutua revisión y comentarios de los trabajos particulares (aludo a unas palabras mencionadas por Awilda Cáez y por Luis Alejandro Polanco en el reportaje de El Nuevo Día), se convirtió en el laboratorio que produjera este proyecto interesantísimo de novela colectiva que tomó cinco años de trabajo intenso. De modo que nos hallamos ante una gesta inédita en nuestras letras insulares, pues resulta interesante señalar que al investigar sobre la narrativa escrita por dos o más autores, se encuentran muy pocos títulos en lengua española, casi todos de narrativa breve. Podrían mencionarse a vuelo de pájaro algunos títulos, entre ellos Vírgenes y mártires (1981) de Ana Lydia Vega y Carmen Lugo Filippi, un clásico de la narrativa feminista puertorriqueña. También, pero ya del género policiaco, los cuentos que conforman el libro Los asesinos las prefieren rubias (1990) de los cubanos Chely Lima y Alberto Serret. Así mismo, publicado en el 2005, Hecho a mano, un recogido de cuentos con un toque fantástico y de terror, de los autores Helena Méndez y Andrés Candelario. Sin embargo, dos detalles importantes: solo se ha encontrado una colección de cuentos confeccionadas por más de dos autores, Negra y consentida (Editorial La Magrana, 1991), antología publicada por un colectivo de al menos nueve escritores catalanes. De novelas, solo una: Negra y criminal (Zoela Ediciones, 2003), de la mano de doce autores españoles.

Si bien lo antes mencionado concierne a la literatura escrita en lengua española, ocurre todo lo contrario en la historia literaria anglosajona, pues ella cuenta con varios ejemplos de novela colectiva, la cual abarca casi en su totalidad títulos detectivescos y policiales que en ocasiones se entrecruzan con elementos de la literatura fantástica, la ciencia ficción y el terror. O sea, que estos géneros aparentan ser propicios para el juego de escritura que implica la participación de dos o más autores. El primer título obligatorio que se desprende de esta investigación son los cuentos recogidos y recontados por los hermanos Grimm a principios del siglo XIX, su recopilación de algunos relatos de la tradición oral europea. Luego, podemos destacar en trabajo del famoso London Detection Club, fundado en 1929. A este pertenecían figuras tan importantes como Agatha Christie, Dorothy L. Sayers, Arthur Morrison, Ronald Knox, Gilbert Chesterton, entre otros. El London Detection Club produjo varias novelas colectivas. De entre ellas, una de las más conocidas fue The Floating Admiral (El almirante flotante), de 1931, en el que colaboraron catorce miembros del colectivo. Aparte de la novela mencionada es posible encontrar otros títulos mucho más recientes, pero escritos solo a cuatro manos. Entre ellos, Good Omens de Neil Gaiman y Terry Pratchett. También, The Talisman de Stephen King y Peter Straub.

La mención de estos datos ayuda a sopesar someramente la importancia de la novela Nadie descubrirá tus huellas, la cual también es una novela criminal, tal y como se señaló al inicio. Este término, que resulta más preciso para referirse a la novela policiaca o detectivesca, propone un género que cobró auge en la literatura anglosajona con los cuentos del estadounidense Edgar Allan Poe a partir del 1841. Algunos de los títulos más recordados son “Los crímenes de la calle Morgue”, “La carta robada” y “El escarabajo de oro”. Con estos cuentos quedan instauradas las características de lo que luego sería la escuela de la novela policiaca inglesa y estadounidense. Entre ellas, aparece por primera vez el prototipo del detective que llega hasta hoy día y que sirvió de inspiración para el Sherlock Holmes de Conan Doyle. El detective de Allan Poe se llamaba Auguste Dupin. Este encarna el arquetipo del investigador racional y lógico que a raíz de sus análisis deduce las soluciones a los misterios propuestos. O sea, la novela criminal encarna o recoge las dos vertientes que se enfrentan en los siglos XIX y XX: el realismo y lo romántico (que sabemos que es germen de los géneros gótico, de terror, fantástico, entre otros, a los que comúnmente se les conoce como géneros de la irrealidad o lo insólito). Así lo explica Persephone Braham, catedrática de la Universidad de Newark, quien ha trabajado el género policiaco en Puerto Rico desde Alejandro Tapia y Rivera hasta Pedro Cabiya:

…las literaturas de género, como los géneros de la literatura, fueron forjadas según las preocupaciones o aspiraciones de su época: el romanticismo fue la expresión del espíritu antiautoritario; el realismo sirvió para manifestar la ideología de la burguesía; la novela policiaca emerge en el esquema disciplinador del Estado moderno… (Braham, 33)1

En la novela que nos compete aparece un personaje central que investiga y cuestiona los datos y detalles que se encuentra desde su visita a la escena del crimen de Glori. Curiosamente, nuestro detective se apellida Olmes. ¿Será un tributo al gran personaje de Conan Doyle? Olmes logra la cohesión de las historias particulares que nos cuentan los demás personajes de Nadie descubrirá tus huellas; es esa mirada que recoge y descifra los enigmas, analiza los problemas sociales y morales de nuestra Isla que se reflejan en los trasfondos de cada personaje y en los actos que los llevan a la delincuencia y depravación. Es el ojo que intenta poner orden al caos. A través de esos ojos nos adentramos en un mundo de mentiras, falta de escrúpulos, violencia, chisme, envidia y falsedad. Olmes es el testigo de la lucha del bien y del mal, y representa al ente encargado de hacer prevalecer el orden, la justicia y la misericordia. Así lo plantea Braham cuando señala que:

…La escritura sobre el crimen tiene una clara carga hermenéutica, la de construir una narrativa verídica y coherente a partir de una serie de signos cuya contigüidad alude al caos primordial que acecha al ser humano y a sus creaciones. Se necesita de un sujeto fidedigno que sirva de hermeneuta lo cual depende, a su vez, de una ontología estable (o visión de lo que es, y de lo que se es) ceñida a una epistemología aceptada. La función del género es paliativa: exponer, explicar y remediar (mediante el castigo) las lesiones sociales causadas por el mal y la injusticia. (Braham, 34)

Los personajes, que de una forma u otra nos plantean los diversos males sociales, son desenmascarados paulatinamente hasta que al final de la novela Olmes aclara el misterio de la muerte de Glori Saleta, reinstaura y reafirma el orden y, como en un ciclo perfecto, ayuda al lector a descubrir la importancia de la cita del Zadig de Voltaire que sirve de epígrafe a la novela: “Pensaba que era destino de las leyes no menos socorrer a los ciudadanos que amedrentarlos.” En el capítulo 15 y en boca de Olmes, esta cita será la clave con la que nos sorprenderá el final de este relato.

La trama de Nadie descubrirá tus huellas no es lineal; no podría ser lineal porque tanto el detective como el lector tienen que jugar a ordenar el caos, navegar a través de lo fragmentado del discurso de los personajes. Habrá numerosos saltos espaciotemporales que nos permitirán retroceder en el tiempo para conocer un poco sus trasfondos. Sin embargo, la clave está en la lectura activa y cuidadosa de los detalles desde el comienzo in media res en el que Mayté despierta de una gran borrachera para enfrentarse al flujo cataclísmico de eventos en los que se detalla la muerte de Glori, su vecina, con quien había salido a un bar la noche anterior. Olmes, se encargará de entrevistarla a ella y a Misiselin, una vecina anciana, extravagante y chismosa, cuyo esposo ha desaparecido misteriosamente; a Renato, el handyman colombiano de Misiselin, sospechoso de trabajar en negocios turbios con la mafia y el narcotráfico; a Aureliano, el dueño del bar donde trabajaba Glori algunas noches como vedete; a Doménico, un rico contratista y empresario italiano, conectado nefastamente con el gobierno puertorriqueño, entre otros. Ellos serán los rostros de las diversas problemáticas de Puerto Rico: la violencia, la pobreza, las dificultades de los inmigrantes, la trata de blancas, la corrupción gubernamental, el fraude corporativo, la crisis y las desigualdades entre las clases sociales, entre otros.

Sin embargo, aunque el texto plantea todas estas problemáticas, el eje central es el conflicto filosófico milenario, la dicotomía que plantean lo real y lo aparente. Desde los presocráticos hasta los posmodernos, desde la antigüedad hasta la contemporaneidad, no hay un solo filósofo que haya dejado de tratar de responder a esta interrogante. En esta novela se propone dicho cuestionamiento a través de cada uno de los personajes, porque cada uno tiene su secreto, no es lo que aparenta ser. Esto se cumple de manera especial en Glori Saleta, personaje que rompe esquemas, pues al final de la novela descubrimos su gran secreto y la causa de su muerte. No se adelantará ningún detalle para que cada lector pueda descubrirlo. El cuestionamiento ontológico existencial que nos propone Glori a través del texto entronca con una de nuestras primeras obras detectivescas: Póstumo envirginiado o la Historia de un hombre que se coló en el cuerpo de una mujer (1882) de Alejandro Tapia y Rivera. Póstumo es un espíritu “delincuente”, incapaz de ajustarse a las reglas. Glori, de cierta manera, es como Póstumo. Pero para enterarse del secreto de Glori y de sus demás vecinos y compañeros de labores, para enterarse de por qué es importante La Perla en esta novela o por qué se menciona el fuego del Hotel Dupont Plaza, más aún, para enterarse del gran secreto de Olmes, el detective de este relato y de por qué él es responsable de que “nadie descubra las huellas” de este crimen, se les invita a leer esta maravillosa novela que nos recordará de algún modo que cada cual guarda un secreto.

Notas:

1. Braham, Persephone. “Problemas de género: narrativa policial y ciencia ficción en Puerto Rico, 1872-2014.” Cuadernos americanos, 2014.