Cuestión de género (historia gótica en seis microcuentos)

Creativo

altLa niña

i. El encuentro

(introducción)

El policía envolvió con una manta a la niña abandonada y la acomodó en la patrulla con su compañera. Entró a la casa de donde ella había salido.

Recorrió el pasillo hasta una habitación. Sobre la cama yacía el cuerpo de una mujer que debía llevar muerta mucho tiempo. Una fuerte fragancia envolvía todo. Escuchó pisadas. Se volteó. Nadie. Escuchó risas que provenían del espejo; dos gatos brincaron hacia su interior. Confundido, miró su reloj. ¡Ya era medianoche! ¿Cómo perdió la noción del tiempo? Salió velozmente de la estructura. Allí estaba su patrulla. Al acercarse no vio a nadie. Abrió la puerta. Solo estaba la manta vacía y ese aroma floral. Oyó risas las mismas que provenían del retrovisor. Al mirarse en este se desvaneció empujado hacia el interior del espejo. La niña corrió entre risas hacia la casa.

ii. Hambre

El día que conociste a la niña, te reconociste en ella: ambas raras. Sabías que tampoco eras como los demás. Decidiste protegerla. En los ojos de la niña descubriste la frontera entre vida y la muerte, también en aquella mordida en la que le permitiste beber tu sangre. Ella se refugió en ti. Te sentiste viva y decidiste huir de todo lo que fuiste. Ayudar a la niña, alimentarla era la llave. La llevaste a tu apartamento, y la cuidaste. Sabías que aquella casa abandonada en Santurce no era un lugar seguro para ambas. Le compraste carne cruda. Ella la comía con desdén. Por eso no te sorprendió ni molestó cuando mató a uno de los perros de la vecina. ¡Qué mucho te jodía el cabrón! Al menos, el estúpido can alimentó a la niña durante casi una semana.

iii. La vecina

Ayudas a tu vecina a buscar su perro. Disfrutas cada momento. La consuelas y seduces. Ella llora. La vuelves a consolar. Los labios de ambas se acercan. Descorchas otro vino, dándole de beber de tu boca. Muerdes y besas sus senos. Besa tu clítoris, haciéndote brotar un torrente de muerte y vida que te enloquece. Le comes el sexo. Ella resopla, acrecentando tu apetito. La degustas hasta que tu sed se aplaca, solo momentáneamente. Escuchas un maullido. Es la niña llorando de hambre, como cuando tu compañero policía la puso sobre tu falda. Sonreíste. Ella es prioridad, por ella vivimos. Tu vecina continúa ardiente. Susurras, disfruta, retorciéndole su cuello de un solo crac. Expiró sintiendo placer. ¿Puede haber algo más hermoso? Ella, transformada en manjar para nuestra niña. Pero, en menos de un mes, ella tendría hambre y tú, sed.

iv. La voz en el espejo

Estás pálida. ¿Cómo que soy un monstruo? Te recuerdo que lo decidiste solita. ¡Qué mucho lo gozaste! Ninguna de las madres anteriores, excepto yo, la primera, la trajo a esta casa. Viniste a mí, porque tu sed es infinita, como el hambre de la niña. ¿Qué ella te indicó el camino? No temas, mi deseo de ti es tan fascinante. Como tu delirio de estar en mí. ¿Te vas? Todavía tienes que escucharte en mí. Vivo aquí, al otro lado del espejo, pero también en ti. ¡Suelta la gata y escúchame! El día que huiste con la niña, juraste vengarte de tu compañero policía. La sed de venganza es implacable... Él te violó tan salvaje, dejándote estéril. O eso crees. Él está aquí adentro, conviértelo en alimento para nuestra niña. Finalmente poseerás venganza, una hija y una amante. No huyas.

v. Cosas de la maternidad

Sabía que volverías. ¿Me temes o amas? Ya son cinco años de maternidad. ¿Quién dijo que sería fácil? ¿No has visto a esas desdichadas? Después de trabajar, llevan a sus niños al fútbol o al ballet, para luego regresar a cocinar, ayudar con las tareas, lavar mierdas… Tu único trabajo ha sido proteger la eternidad de su infancia. Ser su séptima madre es joderse. Pero tú, mamita, gozaste mucho cada vez que la alimentabas. Ella es encantadora cuando no tiene hambre, pero tú disfrutas matando, seduciendo… ¿Me equivoco? ¿Te pidió crecer? ¿Qué no sabías que eso era posible? Te ayudaré, cuando estés tranquila. Soy su verdadera madre. Ven a mi lado. Ya no eres aquella que iba sola por la vida. El día que conociste a la niña fue el presagio para descubrir quién eras. Ven aquí, ambas serán libres.

vi. La despedida

Finalmente, mis mamás anularon mi condena. Desde el espejo mami-primera extendió la mano, y mami-7 entró hacia ella. Fue hermoso escucharlas amándose. Así me bajó la primera menstruación, comencé a sentirme humana y me atreví a probar comida normal, pero me dolió el estómago y tuve que comerme uno de los gatos. Todavía no estaba lista para irme. Mami-7 debía cumplir su venganza. Me asomé al espejo y supliqué, “no lo hagan ustedes, déjamelo, me toca”. Mis madres soltaron las amarras del policía; mami-primera le arrancó los ojos y mami-7 le desgarró la piel de una dentellada y lo arrojaron fuera del espejo. Mientras devoro mi último banquete, ellas se aman. Mi cuerpo crece. Según dejo de ser adolescente los gatos abandonan la casa. Al partir les agradezco a mis mamás. Ya soy humana, por el momento, y ellas, eternas.