debellaqueras de Daniel Torres

Crítica literaria
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altHoy me trae a vosotros un tipo de poemario poco frecuente. O más bien único. Se dan en él una serie de características que lo convierten en "rara avis" dentro del panorama literario, si bien tampoco es una isla sin conexión con nada y por lo tanto otros de sus rasgos comparten líneas y tendencias contemporáneas. Empecemos por éstas últimas.

debellaqueras es, formalmente, hijo de su tiempo, pues los versos no están sujetos a la rima ni a las estrofas y métricas que podríamos llamar clásicas, sino que practica el verso libre y a veces alguna vanguardia como la composición "Versos correspondidos con poeta anónimo mariano", que permite dos tipos de lectura a través de la barra que va separando cada verso en dos, de forma que uno puede leer dos poemas en vertical o uno que ha sido intercalado de interrupciones. También utiliza la prosa poética, como por ejemplo en los poemas "XXX" y "Mirando tu tarjeta postal", si bien en general parece sentirse cómodo en los poemas cortos, a veces muy cortos, apenas seis o siete versos, con sólo cuatro excepciones que sobrepasan una página, entre las que destacan "La ventana del cuarto" (221 versos) y "Los poliamorosos" (63 versos).

Otra de las características que, creo, comparte con su generación es el tono "conversacional". En muchas ocasiones el poeta parece hablar de sus experiencias y sentimientos de forma coloquial pero... ¡cuidado! esas maneras van acompañadas de unas metáforas, símbolos, hipérbatos, y un código o lenguaje propio del que hablaremos a continuación. Se puede decir, además, que Torres practica la poesía de la experiencia y nos cuenta algunos de sus devenires, lo cual es otra tendencia que sigue siendo muy de este siglo que nos ocupa como lo fue de finales del anterior.

Por el otro lado estos poemas tienen una elevada carga erótica. Es algo que reconocen desde el principio, desde su propio título pues "bellaquera" en boricua es calentura sexual. No es tan común que las composiciones poéticas utilicen un lenguaje tan explícito, casi pornográfico (glandes, nalgas, entrepierna, verga, leche, jugos, sudor, culito, orgasmo, bolas, culo... y un laaargo etcétera). Habitualmente los autores de calidad o que pretenden alcanzarla temen la crítica y a la crítica que pueden echar a perder una carrera literaria y cerrar las puertas de las editoriales más prestigiosas. Por ello en gran medida la literatura pornográfica o erótica suele tener un bajo nivel artístico y técnico. He leído otros poemas con este tipo de temática, pero creo que nunca tan explícitos en su lenguaje ni con la misma calidad.

Además, el libro, influido por muchas lecturas entras las que están sin duda Wilde y Kavafis, tiene un carácter más que caribeño definitivamente boricua, en las expresiones, en los giros del lenguaje, en las menciones concretas de San Juan y sus calles. Pero la peculiaridad se peculiariza (valga la expresión) al utilizar otro lenguaje de colectivo, concretamente el LGTBQ+ (“cuir”, creo que lo llaman en Puerto Rico). Así, por poner un ejemplo, los escarabajos que menciona el poeta son los machos, algo que me explica el propio Torres.

Las referencias de la "cultura cuir" o LGTBQ+ están ahí, y van de la cita de la música de Barbra (Streisand, por supuesto, ¿acaso hay otra?); las menciones literarias de Wilde, Sor Juana y Thomas Mann; o las aplicaciones de contactos y las páginas webs de contenido pornográfico.

Está edición celebra el décimo aniversario del Premio Nacional de Poesía del PEN de Puerto Rico que recibió la obra en 2009. No obstante no es una reedición sin más sino que los textos han sido revisados y se incluyen nuevas composiciones en la última parte (la cuarta), llamada "y otros pornopoemas".

Sobre los cuatro capítulos que conforman la obra y los poemas nos habla H. Roberto Llanos en su "Invitación al libro", a manera de prólogo. De hecho, el breve e iluminador análisis que hace Llanos de los poemas servirá de clave a no pocos lectores pues, como mencionaba antes, a Daniel Torres le gusta jugar con los recovecos del lenguaje y los laberintos poéticos que en ocasiones hacen la comprensión de algunos versos un misterio cifrado.

Por destacar algunos poemas hablaré de "Sala de lectura", que parece haber sido escrito en la etapa estudiantil o bien ser un recuerdo de la misma, pues viene a hablar de las seducciones en las bibliotecas:

"[...] Miras mientras lees

remiras de reojo

y entonces:

comienza el furor de las batallas

silenciosas [...]" (23)

En el poema "1" del capítulo "HOMBRECITOS DE PAPEL" lanza la atrevida idea del amor. Una vez que el autor ha dado el salto sin red de escribir sobre sexo, aquéllos que en principio podrían estar interesados podrían rechazar la idea del amor como algo superado o caduco. Es decir, el cuerpo manda, sus deseos y órdenes; el placer es todo... Pero Torres es osado siempre. Osado para decir lo que quiere decir, le pese a quien le pese:

[...] voy a escribir

lo he dicho

después de tanto semen

en las manos y un despojo de calle

que te amo a ti

compañero de absurdidades". (43)

Un perfecto ejemplo de esos poemas breves de los que hablaba antes, y uno de mis favoritos es "3", dentro del mismo capítulo que el anterior. En él se describe esa búsqueda genéticamente imposible de negar, esa inquietud tan propia de la adolescencia pero que se prolonga toda la vida disfrazada de diversas maneras o atenuada quizá, pero es la forma de decir algo conocido lo que resulta magnético, sencillo y con olor a atardecer, si se me permite decirlo:

"Buscamos

dando vueltas por las plazas

debajo de los carros

y en la mesa del frente

por las paredes

ese cansado olor a deseo". (45)

El "9" es, sin duda para mí, un hermano muy cercano, quizá un primo hermano de aquellos poemas de Kavafis donde nos contaba sus aventuras con muchachos desconocidos de las calles de su Alejandría: "hasta quedar sin vacío/quebrando los espejos/a beso y a caricia que sofocan/con el sudor de la luna" (51).

Por último, citar algo que me ha llamado la atención en el libro y es el concepto de la soledad, que aparece una y otra vez entre estos versos calientes, como una especie de Guadiana lleno de un agua misteriosa. A veces parece poderse leer entre líneas que, a pesar de tantas Webs de contactos, tantas formas de encontrarse con conocidos y desconocidos para el disfrute sexual, queda siempre un rescoldo de soledad... o quizá la soledad lo es todo y el placer una pequeña distracción. Tema de gran profundidad para ser reflexionado con la belleza de algunos de estos versos, como en el poema “12” de “Hombrecitos de papel”:

"Hago el amor en baños públicos

y hasta por carta

[...]

Lo hago sin vergüenza

sin la respuesta llena de humo de las nostalgias

con la claridad caída

de todas las circunstancias cuajadas de soledades [...]". (54)

Un poemario lleno de osadía, saber poético, singularidad y calentura... se lo aseguro, mucha calentura. Como para quemarse entero.