I
Vivo el día a día de la soledad y el miedo.
La vorágine de mis noches fracturadas.
Pienso en ti y espero el alba casi de rodillas.
Sonámbulo entre réplicas de culpas
y agotamientos del alma.
Solo tú eres capaz de derribar mis sombras.
II
Busco en el ojo de la noche
las luciérnagas del recuerdo.
Atisbo claridades, desconciertos y labriegos.
Percibo que algo se estremece
en la rota certidumbre del espejo.
Te has ido y has llegado
al calor de la impaciencia,
al olor de la casa y su deletreo de voces.
III
Dentro de una madrugada fría y con desgano,
corro por los márgenes de asfalto,
taciturno y aprehensivo.
Pienso en tus despertares de insomnio,
en tu cansancio vegetal, en tu relojería humana.
Sigo entre jadeo, sombras y motores.
Pierdo las coordenadas de la ruta,
las huellas borrosas de otras pisadas.
La llovizna cae lenta, monótona,
suspendida en ti, en la voz de tu presencia.
IV
Noche de golpes de luz,
asidero de semillas en tus ojos.
Tu compañía crece
en esta inhóspita senda de días y ansiedades.
Voy tras de ti, compilando relojes y desafíos.
Dibujando tu rostro
en cada célula de la memoria.