Dos meses perdiendo la /Ñ/

Voces Emergentes

alt“La escuela ha de edificar en el espíritu del escolar, sobre cimientos de verdad y sobre bases de bien, la columna de toda sociedad, el individuo”. Eugenio María de Hostos

Cuando mi hija estaba en Kínder una amiguita se enfermó y tuvo que estar ausente una temporada de la escuela. Un día, cuando la fui a recoger me dijo muy preocupada que Dani, su amiga, tenía que regresar pronto porque ya se había perdido la /Ñ/ y que no podía seguir perdiéndose letras nuevas porque no iba a aprender a leer. Todavía hoy, 16 años después, atesoro esa anécdota que me hizo darme cuenta de que mi hija de cinco años ya conocía la importancia de aprender y asistir a la escuela, al mismo tiempo que me confirmó también que su maestra de Kínder estaba haciendo un excelente trabajo, enamorando a sus estudiantes en el complejo proceso de aprender a leer y a escribir. Esta breve historia me viene a la cabeza hoy de nuevo, cuando pienso en tantos niños que siguen sin escuela en Puerto Rico. Tantos niños que se están perdiendo letras, números, información científica, humanística, artística. Tantos niños que estarán preocupados como lo estaba mi hija por su amiga porque no están aprendiendo. Tantos niños que ya han perdido dos meses de clases.

El pasado 7 de marzo, se cumplieron dos meses desde que ocurrió el terremoto en la isla y todavía hay cientos de niños sin escolarizar en el área oeste. Parece que hay muchos adultos responsables de tomar las decisiones para que las clases comiencen que no entienden la importancia de asistir a la escuela. Que no saben que la escuela es la “columna de la sociedad” como sostenía Hostos.

Si los edificios se afectaron por el terremoto y no son seguros para albergar a la comunidad escolar ¿cómo es posible que todavía no hayan podido identificar algún lugar que sí sea seguro? Algunas escuelas privadas del área oeste están utilizando carpas mientras logran resolver la situación de una forma más definitiva, ¿por qué el sistema de Educación Pública no ha instalado ya esas carpas? Los niños necesitan regresar a la escuela, a su normalidad, a su rutina, necesitan seguir aprendiendo, ver a sus amigos y saber que la vida continúa a pesar de los temblores. La escuela es el segundo hogar de la mayoría de los niños. Algunos del área suroeste perdieron sus hogares con el terremoto y al dejarlos sin escuela también han perdido su segunda casa.

¿Cómo es posible que en dos meses las autoridades educativas y gubernamentales no hayan podido encontrar una solución, aunque sea provisional? ¿Cómo es posible que escolarizar a los niños no sea una prioridad gubernamental? La única explicación que me viene a la mente es que nuestros gobernantes no comprenden la importancia de la educación ni de la asistencia a la escuela como ya lo había interiorizado mi hija a los cinco años. La educación de los niños no es una prioridad para el gobierno.

Los responsables de que los niños puertorriqueños no hayan vuelto a la escuela están atentando contra un derecho fundamental de la niñez, el derecho a la educación. Es un derecho reconocido como uno de los derechos humanos fundamentales. De acuerdo con UNICEF: “Recibir una educación gratuita y de calidad es un derecho para todos los niños y niñas”.

Cada día, más de 1.000 millones de niños y niñas de todo el mundo van a la escuela. Tanto si las clases se imparten en escuelas, en tiendas de campaña o bajo un árbol, todas las niñas y niños deben tener la oportunidad de aprender y desarrollar su potencial. La educación es un derecho, no debería ser solo un sueño.” Para muchas familias en Puerto Rico ahora mismo el regreso a la escuela es un sueño que no parece muy cercano.

El Sistema de Educación Pública en Puerto Rico arrastra muchos problemas desde hace tiempo, e intuyo que no son fáciles de resolver. Sin embargo, es alarmante la desidia y la inacción de los responsables de que tantos niños puertorriqueños no hayan podido regresar a la escuela. La acción gubernamental ha sido ineficiente y todavía dos meses después del terremoto hay muchísimos niños que no saben cuándo volverán a su rutina escolar habitual.

En las últimas semanas he escuchado algunas críticas hacia los maestros como si ellos fueran los responsables de que no se haya comenzado el semestre escolar, sin darse cuenta de que ellos son también víctimas de esta situación, estoy segura de que la mayor parte de la clase magisterial está deseosa de volver a la normalidad, a los maestros les preocupa que los niños no estén aprendiendo y cómo lograrán después cubrir el material más indispensable. Conozco a maestras que son madres también que tienen que ir a trabajar porque su escuela sí está abierta pero la de sus hijos no y tienen que hacer malabarismos para gestionar y a veces pagar un cuido adecuado para sus niños. Otros padres que trabajan, tienen la preocupación de qué hacer con sus hijos en la jornada laboral.

He escuchado también preocupación entre algunos padres respecto a si sus hijos perderán o no el año académico, sin darse cuenta de que ya han perdido dos meses de aprendizaje que nadie les va a devolver. Pasarán de grado, claro que sí, pero lo harán sin haber adquirido los conocimientos básicos para ello. Arrastrarán deficiencias de lo que no pudieron aprender. Pienso especialmente en los niños de escuela elemental que necesitan tanta práctica y refuerzo diario para que los nuevos conocimientos se fijen de forma permanente. Pienso en tantas niñas y niños que se están perdiendo la /Ñ/.