Dilema pandémico [y colonial]: ¿cómo evitar los contagios?

Caribe Hoy

altEl 15 de marzo de 2020, la gobernadora Wanda Vázquez anunció el comienzo de un toque de queda y cierre de todos los negocios a lo largo y ancho de la Isla. El viernes pasado se cumplieron 40 días de encierro colectivo. Aunque, desde aquella primera orden hasta ahora, se han emitido dos más revisando la inicial.

La mayor parte de ciudadanos o residentes de la isla han estado cumpliendo y se han quedado en sus hogares. Esto es la medida primaria para desacelerar la propagación del coronavirus. Sin embargo, la pregunta en el aire es si todos esos esfuerzos individuales y del colectivo social realmente son suficientes para inocular a la isla del virus; y si ese sacrificio va a dar los resultados buscados a corto y mediano plazo. A mi parecer, ahí estriba la dificultad y la frustración creciente del pueblo.

Sí, es cierto que tenemos preocupación por nuestra salud y la de nuestros seres queridos. Por eso nos hemos mantenido en encierro. Pero del otro lado vemos que el estado colonial no nos permite tomar acciones claras y definitivas para proteger efectivamente la población de la isla, y poder retomar otra vez nuestras labores y economía. Distinto a países soberanos, a los gobernantes en Puerto Rico no le es posible cerrar o limitar la entrada a la isla. Hemos sido testigos de como las pruebas rápidas que se intentaron hacer de forma obligatoria en el aeropuerto a toda persona entrando a la isla tuvieron que ser modificadas por quejas de las líneas aéreas. De hecho, durante esta pandemia las aerolíneas han llegado ofrecer vuelos hacia Puerto Rico a precios tan ridículamente bajos ($25 ida y vuelta de Orlando a Puerto Rico), que su mensaje parece ser “me importa más generar capital para mantener en pie mi empresa, que evitar transportar propagadores del virus a la isla”. O sea, el resultado es que el sacrificio de los ciudadanos a quienes el estado ha obligado a llevar la cuarentena, se ve en riesgo de irse por la borda.

¿Qué sentido tiene que para evitar o controlar la propagación del coronavirus se mantenga a todo el país encerrado, cuando permito la entrada indiscriminada de portadores del virus? El gobierno indica que a esas personas se les envía a sus casas y se les pone en cuarentena. ¿De veras? ¿Quién vigila si la cumplen, cuando el propio estado carece de recursos? La realidad es, que ya en la isla no solo son las personas que entran a diario al país, posibles portadores; sino que también ya hay mucha gente que no ha viajado, que es portadora.

La isla sigue estando tan vulnerable como el primer día, en tanto y en cuanto no se tenga la capacidad de hacer pruebas a la población y rastrear el virus, para saber como va la curva de contagio. Este es otro gran dilema. Sin esta información es difícil pasar a una segunda fase y poder comenzar a abrir y mover la economía del país.

El encierro sin duda ha acentuado más la crisis económica del país, que era terrible antes del COVID-19, y ahora es aún peor.

El encierro ha afectado directamente la economía de todas las familias de la isla. Miles de personas han perdido sus empleos. Cientos de niños pasan hambre, porque era durante el horario escolar cuando recibían los únicos alimentos que ingerían a diario. Ante el cierre de escuelas y la falta de planes de emergencias coherentes, hoy, volvemos a perder alimentos mientras los niños y adultos pasan hambre.

Es necesario que las acciones del gobierno sean coherentes y que con urgencia vayan dirigidas a normalizar el país, siempre protegiendo a la población. Si no se abren paulatinamente los negocios y el comercios, la economía y el empobrecimiento va a ser cada día más profundo. Si no se toman medidas correctas, la situación del país puede llegar a tales extremos donde todos pasemos hambre y no tengamos dinero alguno para cubrir ni siquiera las necesidades básicas.

Para reabrir el país de forma holística hay que tener capacidad, aparte de ejercer una sana administración, de poner controles y tomar medidas no solo que vayan dirigidas hacia los ciudadanos que vivimos en la isla, sino hacia todo aquel o aquello que vaya a ser riesgo de continuar la de propagación del virus en Puerto Rico. De otro modo nos encontraremos frente a un circulo vicioso, donde será muy difícil contener y sobrepasar esta crisis en un plazo razonable. Necesitamos poder encaminar nuestras vidas nuevamente. Como pueblo deseamos hacerlo con el menor costo de vidas humanas. Sin embargo, la incapacidad de poder tomar decisiones propias en pro del país, desafortunadamente, son parte de nuestro dilema colonial.