Breves en la cartografía cultural: Puerto Rico languidece

Cultura

Puerto Rico languidece cuando la honestidad no es algo cotidiano, palpable, que llegue a todos los ciudadanos. Cuando el sentido común se arroja abismo abajo. Hay quien se pregunta si a mucha gente le importa que los políticos tradicionales roben y se embolsillen dinero que está destinado a la ciudadanía. A quien no le importe, ya sea eligiendo a los mismos personajes o haciéndose de la vista larga, de algún modo se hace cómplice.

Es un poco extraño, por ejemplo, que, como remedio para atajar las tentaciones de los posible corruptos, no exista un máximo básico para obtener contratos en el gobierno. ¿Quién puede entender que un solo individuo, o su entidad, pueda aglutinar entre negocios con municipios y agencias estatales, millones de dólares? Mientras eso sucede y se continúa la tradición de gobernar en beneficio de un solo sector, muchas personas pierden sus trabajos y tienen que ir en busca de ayuda en agencias, cuando son ciudadanos productivos que siempre pretendieron sostenerse con el sudor de su propia gente; nunca imaginaron que tendrían que recurrir al sistema de bienestar social.

En un Puerto Rico que languidece existen legisladores que buscan aumentarse de forma desmedida sus ingresos, mientras han hecho sufrir, de una a otra forma, a los servidores públicos. No sería sensato, entonces, ver quiénes son esos funcionarios electos que a todas luces lucen más preocupados por sus ingresos que por el bienestar general; con ese ejercicio, de verificar quiénes son estos colmillus, al menos se podría considerar no volverle a dar el voto.

Pero ya hemos discutido esto de una u otra forma. Y mientras, Puerto Rico languidece. Sucede porque las campañas políticas no deben costar lo que cuestan. Lo sensato sería que cualquier ciudadano interesado en conocer lo que tienen que ofrecer los diversos candidatos, pueda entonces acceder a los medios públicos. Las emisoras de radio, tv, e incluso internet que del propio estado pueden ofrecer este servicio, de manera que cada candidato pueda tener tiempo igual.

Supongo que así sería fácil para más gente interesarse en servir a Puerto Rico desde un puesto electivo, sin que tuviera que dedicar tiempo en pensar como sembrar las semillas necesarias para que la cantidad de dinero adecuada germine. También nadie se sentiría obligado a poner el bienestar del pueblo en un puesto subordinado, con tal de devolver favores particulares durante todo un cuatrenio a quienes sufragaron la campaña que tanto costó. También se disiparía la presencia de cabilderos en la casa de las leyes. Las únicas necesidades que deben ser atendidas en un lugar como ese son las que afectan al Pueblo de Puerto Rico.

Bueno, formulo esto por aquello de creer lo que me enseñaron en la escuela. Por seguir con la esperanza de creer en los postulados de documentos como la Declaración de los Derechos Humanos. De ser lo que tanto se repite: un buen ciudadano. Y no hacer, tras bambalinas, lo contrario de lo que dicen, de una u otra forma, las diversas religiones en todas partes del mundo, aquello de hacer el bien a los demás y no hacerle daño a nadie.

Pero tal parece que, por varias razones, Puerto Rico languidece. ¿No podría suceder lo contrario?