Detrás de la pantalla...los retos de la educación en línea

Voces Emergentes

altA mis alumnos

Acabo de finalizar mi semestre académico y como la mayoría de mis colegas de diferentes partes del mundo ha sido virtual.

En agosto de este año 2020 cumplo 27 años como profesora universitaria y creo que este semestre ha sido uno de los más difíciles y también uno de los que más he trabajado a lo largo de mi carrera académica. Para la mayoría de los docentes pasar de la modalidad presencial a la virtual ha sido una carrera contra el reloj, ya que hemos tenido que montar el contenido del curso a la vez que lo estábamos dando. He aprendido muchísimo también y ha habido partes que he disfrutado a plenitud. Utilizar la tecnología para acercar a mis alumnos al cuadro de las Meninas para que lo comparan con El Quijote, integrar un vídeo de YouTube para que vieran representada una obra de teatro del argentino Osvaldo Dragún y leer sus discusiones sobre el racismo en La Cuarterona han sido algunos momentos de disfrute.

Creo que sería muy interesante y valioso que los docentes compartiéramos nuestra experiencia a través de esta modalidad, nuestros esfuerzos, las frustraciones y también la solidaridad entre los colegas para resolver dudas informáticas. Mi experiencia habría sido mucho más difícil si no hubiera tenido el apoyo de tantos colegas generosos que compartieron su conocimiento conmigo.

Sin embargo, hoy quiero compartir lo que he aprendido sobre mis alumnos que me hará dar clase de una forma diferente el próximo semestre ya sea de forma presencial o virtual. Cien de mis estudiantes de primer y segundo año de universidad compartieron conmigo su experiencia al tomar clases en línea, treinta y siete de ellos afirmaron que les había gustado esta nueva modalidad y sesenta y cuatro dijeron que no habían disfrutado nada la experiencia.

Resumo lo que aprendí de sus comentarios:

1. Pese a que muchas personas piensan que los jóvenes de 18 a 22 años son muy tecnológicos, creo que no es verdad. Sí se manejan con seguridad y soltura por las distintas redes sociales, y están pegados a sus celulares constantemente, sin embargo, muchos de ellos tienen dificultad para realizar tareas académicas sencillas como subir archivos, manejar la plataforma digital que usábamos para la clase o incluso poner su foto en su perfil. Las primeras semanas tuve que asesorar de forma individualizada a muchos de ellos.

2. Aunque en el salón de clase, mis alumnos no participan tanto como yo quisiera, de acuerdo con sus reflexiones, valoran muchísimo la presencia del profesor en el aula y prácticamente todos (incluso los que disfrutaron de la experiencia virtual) aseguran que aprenden más en una clase presencial que en una virtual. A partir de ahora, aunque no me contesten siempre, sé que hay muchos que están pendientes, que me escuchan y que en ocasiones es la timidez lo que no les permite participar. Curiosamente, sus comentarios a través de la modalidad virtual han sido una reivindicación del trabajo y la importancia del docente presencial, a pesar de su ausencia por la pandemia.

3. Es una generación tímida, la mayoría de ellos en las reuniones por videoconferencia no encendieron nunca el micrófono, participaron siempre a través del chat, escribiendo sus preguntas o comentarios.

4. Pese a su timidez, son sociales, necesitan mucho el contacto humano. Echaban de menos ir a la universidad, ver y conversar con sus compañeros y la profesora.

5. Es una generación muy solidaria, desde el principio mostraron preocupación por mí, mi familia, las familias de sus compañeros, el país y el mundo en general.

6. A la mayoría les resultaba muy difícil concentrarse en sus hogares, no tienen un espacio cómodo para estudiar y pensar. Pese a la preocupación de muchos profesores respecto a la posibilidad de que los estudiantes se copien en los exámenes en línea, casi todos mis alumnos prefieren tomar los exámenes de forma presencial porque dicen que están más enfocados.

7. Su conexión a Internet es floja y eso les produce mucha ansiedad. Hacen los exámenes con la preocupación de que se les vaya a ir el Internet y en las videoconferencias la conexión se les iba constantemente.

8. Algunos estudiantes no disponen de una computadora personal y tuvieron que realizar sus trabajos a través del teléfono celular con las limitaciones que implica, especialmente si tenían que hacer trabajos extensos de redacción.

9. Muchos estudiantes no tienen internet en sus casas, se conectaban a través del de sus teléfonos. Tengo alumnos que viven en áreas rurales en las que no hay acceso a la red y tenían que salir de su hogar para conseguir una señal que les permitiera acceder a la clase.

10. Los alumnos “excuseros” también están en línea. Hubo algunos que justificaban su bajo desempeño por la falta de su accesibilidad a una conexión eficiente, y al revisar sus notas comprobaba que su ejecutoría presencial había sido más pobre todavía que la virtual.

11. Muchos de mis alumnos coincidieron en que estudiar en la modalidad virtual requiere ser más disciplinado y organizado que en la presencial para poder ser eficiente. Creo que eso fue un gran aprendizaje para ellos, así como el hacerse más responsables de sus estudios.

12. A pesar de las dificultades que tuvieron, todos coinciden en que se sentían más seguros estudiando desde sus hogares ya que tienen miedo al contagio.

13. Por sus comentarios, creo que muchos convirtieron la dificultad en una oportunidad para el desarrollo y al final se sentían muy orgullosos de sentirse cómodos usando la plataforma y haber finalizado el semestre académico.

14. Su mayor dificultad fue con las clases de los laboratorios en el área de las ciencias.

No sabemos cómo será la educación universitaria el próximo semestre, pero tanto mis alumnos cómo yo estaremos más preparados de lo que lo estábamos en marzo si tenemos que continuar en la modalidad virtual. Los felicito porque a pesar del difícil semestre que hemos tenido especialmente en el suroeste de la isla, primero los sismos y luego la pandemia, cumplieron con sus responsabilidades académicas en una modalidad que era desconocida para la mayoría. No podemos olvidar tampoco la fragilidad del sistema eléctrico en Puerto Rico desde el paso del huracán María en el 2017 y las consecuencias de los apagones cuando la educación depende totalmente de la conexión eléctrica.

Después de esta experiencia, creo que todos los que estamos involucrados en la docencia: educadores, alumnos y administradores académicos sabemos que la educación presencial es insustituible, sin embargo, debemos entender que la alfabetización digital tanto para los docentes cómo para los alumnos es fundamental para lograr la finalidad del proceso educativo en la modalidad virtual. No obstante, una de mis mayores preocupaciones tiene que ver con la disparidad en la disponibilidad de los recursos tecnológicos entre los estudiantes y las consecuencias de dicha disparidad en el acceso a la educación y la ejecución académica. Tal y como he mencionado más arriba muchos estudiantes no tienen computadora y otros carecen de conexión de internet en sus hogares. Hubo incluso algunos estudiantes que no se conectaron en ningún momento desde que comenzó la cuarentena lo que posiblemente implica que no tenían ningún recurso disponible para poder llevar a cabo una educación virtual. Para que la experiencia educativa virtual sea enriquecedora, satisfactoria y equitativa cada alumno debe tener un aparato digital disponible que no sea el teléfono solamente y una buena conexión a Internet. No se puede permitir que la falta de equidad tecnológica determine el éxito y el aprovechamiento en los estudios universitarios. Creo que ese el mayor reto que enfrenta la educación universitaria en la modalidad virtual.