Un apunte sobre la llegada del Tribunal de la Inquisición al Caribe

Historia

altLa llegada de la Inquisición española al Caribe, en su segunda fase, puede explicarse en diversidad de razones. No obstante, algunas de ellas están relacionadas con ciertos protagonistas. En el caso aquí reseñado, el obispo de Puerto Rico a principios del siglo 17 redactó una solicitud dirigida al rey donde explicaba la necesidad, según sus puntos, de instalar el Santo Oficio en la zona.

El 26 de noviembre de 1606, el obispo de Puerto Rico, fray Martín Vázquez de Arce, escribió una epístola a la corona suplicando la intervención de la monarquía para el establecimiento de un tribunal de la inquisición en el Caribe. En ese momento, los tribunales de México y Lima llevaban sobre 35 años de establecidos y aunque el obispado de San Juan pertenecía a la jurisdicción de México, la realidad era que las distancias impedían que el Santo Oficio funcionara tal como estaba estipulado.

El obispo Vázquez de Arce solicitó el establecimiento de un nuevo tribunal en Santo Domingo. De esto no concretarse se pedía que se le permitiera realizar juicios y promover la fe cristiana como inquisidor episcopal o diocesano. Curiosamente, buscaba ser inquisidor como su antecesor el obispo Nicolás de Ramos, quien tuvo la funesta idea de quemar brujas en nuestra Isla, cuando la propia institución inquisitorial castellana ya estaba reacia a estos fines. A esto, debemos añadir que no se ha encontrado documento donde el obispo Ramos haya solicitado esta facultad. Claro, su carta a la corona indicaba lo contrario.

Regresando al obispo Vázquez, la situación que llevó la redacción de su solicitud fue la entrada de un libro prohibido, posiblemente calvinista o luterano, que argumentaba en contra de la iglesia católica. Aunque no se menciona el título del libro, fray Martín Vázquez indicaba que este hablaba de manera escandalosa en contra de la fe católica y de sus ministros. El libro fue encontrado por el vicario de la Isla de Margarita en el bohío de un español. El individuo fue llevado a justicia y luego de ser interrogado bajo tormento (tortura) admitió que había hallado el libro, guardándolo en su hogar, pero que él no sabía leer ni escribir, por lo cual no entendía nada de lo expuesto en él. Dado a esto fue absuelto del delito.

Por la reacción que redactó el obispo, el libro presentaba un contenido bastante fuerte; veamos:

“Cuando llegó este maldito libro y falso a mis manos y pasé los ojos por algunos de sus capítulos, prometo a Vuestra Alteza que me dio un susto tan extraordinario que me quedó el corazón temblando y palpitando por gran espacio en medio del pecho, con un grave dolor y sentimiento en él, considerando el atrevimiento de esta gente perdida y desalmada: ya que possuerunt in coelum os suum, lancé luego este libro de mi como si lanzara un áspide o víbora ponzoñosa (sic)”.

El obispo Vázquez también explicó que la zona caribeña estaba siendo visitada por muchos falsos creyentes procedentes de países enemigos de España, tales como Francia, Inglaterra y los Países Bajos. Otra preocupación eran los portugueses de origen hebreo que se instalaban en las ciudades costeras para ejercer oficios de comerciantes.

Contrario a otras áreas, el obispo Vázquez no tenía ninguna preocupación sobre la existencia de brujas y hechiceras; sino que su mayor inquietud era la gran cantidad de europeos no católicos que se aproximaban a los territorios insulares y de Tierra Firme (tanto las islas de Barlovento como el territorio de Tierra Firme pertenecía al obispado de Puerto Rico).

Para más detalles véase la transcripción de la “Carta del obispo de Puerto Rico en la que se refiere como se introducían por allí libros herejes, y en solicitud de que se provea a ello remedio”, del 26 de noviembre de 1606, en José Toribio Medina, Historia del Tribunal del Santo Oficio, Santiago de Chile: Imprenta Elzeviriana, 1899.