Anselma y Jacinto Una historia de amor en microtextos

Hoy hay un baile de máscaras en la isleta de San Juan. Anselma llega con su vestido amarillo, a la usanza de la época, siguiendo a los diseñados en Francia. Lo tomó prestado sin pedir permiso. Tiene 17 años y es una mulata. Enfundada en su máscara, inmediatamente captura la atención de Jacinto, un militar español quinta generación entre los militares de su familia. Pasan toda la noche bailando. Se miran a los ojos sin hablar. Se enamoran perdidamente.

En medio de un divertido baile, la máscara de Anselma cae, dejando ver que es una mulata. Sin piedad, la guardia la arranca de los brazos de Jacinto y la tira al suelo, fuera de la fiesta. Un año antes, el gobernador Colomo, en un intento por traer orden a esta isla remota y desordenada, prohibió los matrimonios interraciales. Como si eso resolviera todos los problemas. Aunque no se puede asegurar que todo el mundo respeta esta ley, tampoco parece buena idea desafiarla en público.

Anselma huye. En su carrera desenfrenada, resbala y cae por uno de los empinados límites de la ciudad. Nunca se le volvió a ver. Jacinto, al igual que sus antepasados, siguió siendo militar y murió de amor poco después.

1845

Puerto Rico aún pertenece a España, bajo el reinado de Isabel II y es gobernada por Rafael Aristegui y Vélez. Un censo formal reveló que la Isla, aún remota y olvidada, contaba con 443,149 habitantes, de los cuales 216,083 eran blancos, 175,791 eran libertos y 51,265 eran esclavos.

Es navidad en Puerto Rico. Un grupo de libertos está reunido alrededor de los barriles, en pleno toque. Los manotazos que hacen brotar a la bomba de los tambores tienen poco que ver con los Aguinaldos Puertorriqueños que habían sido recopilados en el primer libro publicado en Puerto Rico unos pocos años antes.

Anselma observa a sus parientes que bailan bomba vestida con un traje amarillo, confeccionado por su abuela con retazos sobrantes de los vestidos de la señora. Un grupo de militares españoles pasea por la calle para asegurar el orden. La joven del traje amarillo inmediatamente llama la atención de Jacinto, quien rompe la formación para acercarse a ella. Se miran a los ojos y se enamoran perdidamente. Anselma le invita a bailar la bomba, a unirse a los demás hombres en esta conversación entre los brazos, las piernas y los tambores. Le ofrece de la poca comida que tenían para compartir entre todos. La mezcla del amor inesperado con la furia del movimiento de la bomba y el condimento que tan rico sabor da a la comida criolla son demasiada afrenta para el cuerpo de Jacinto, que desfallece y cae al suelo, víctima de una apoplejía. Tenía 17 años, igual que Anselma.

1945

Tras la Guerra Hispanoamericana de 1898, Puerto Rico pertenece a Estados Unidos de America, primero bajo el Presidente Franklyn D. Roosevelt y luego bajo Harry S. Truman, es Gobernada por Rexford Tugwell y para los efectos, sigue remota y olvidada. Los Estados Unidos acaban de ganar la Segunda Guerra Mundial, a la cual fueron llamados miles de puertorriqueños, pues para eso se les dio la ciudadanía americana en 1917.

Jacinto regresa de la guerra muy enfermo y muere en los brazos de una joven voluntaria mulata vestida de amarillo, llamada Anselma.

2045

Es el año 2028.

Ya no importa quién gobierna. Es un poco más fácil ser mulata y el ejército no es obligatorio.

Hoy, en dos hospitales diferentes de Puerto Rico y sin saber uno del otro, nacieron Anselma y Jacinto. Su madre envuelve a Anselma en una sábana amarilla. Su padre, en lugar de juguetes de guerra, le regala a Jacinto por su nacimiento una guitarra.

Tendrán 17 años en el 2045.