Sobre aflicciones y bienaventuranzas

Creativo

File:Parador El Buen Café, Hatillo, Puerto Rico.jpg - Wikimedia ...Ayer, lunes 29 de junio de 2020, quebré el encierro de meses sin subir para la babel metropolitana. Luego, con tal paliar la mudanza de la encantadora gatita negra, me regalé un paseo por un par de librerías riopedrenses. La pesca fue fructífera.

Entre las joyitas que traje conmigo se encuentra una hermosa y perfumada antología, carpeta dura, de deliciosos fragmentos (el término viñetas me ha parecido siempre denostativo y truculento) de la obra de esa maravillosa mujer que me enamora cada vez más y que responde al llamado de Ángeles Mastretta.

Los otros 2 libros son un estudio crítico acerca del siempre elocuente hombre de letras Ricardo Piglia y la novela “La anémona” de la boricua Ana Marina Rúa. La tarde culminó con un refrescante reencuentro con el gran poeta y querido amigo de muchas aventuras, vivencias y proyectos, Salvador Villanueva y su esposa Alma.

Todo ocurrió gracias a mi adicción al café que sirven en el restorán que le hace honor a su nombre, El Buen Café, ubicado al pie de la carretera #2, en mi patria chica, Hatillo. Hasta allí recalé arrastrando las pesadas sandías de mis pies en busca del mágico brebaje para aliviar la desgarradura existencial por la temprana pérdida.

Para merecer acceso al interior, hubo que padecer los rigores pandémicos. Crucé el umbral con desgano y sin sospechar la linda sorpresa de toparme con la armoniosa pareja noviando el lugar. La charla y puesta al día discurrió igual que antaño: variada, salpicada con grageas divertidas y asordinados entusiasmos.

Así, el ameno contrapunteo de la conversa permitió que, sin darnos cuenta, liquidáramos el almuerzo, las cervezas y un par de cafés. Tres horas más tarde, nos despedimos satisfechos y con el convencimiento de que el gustoso departir promete no acabar nunca y cada cual enfiló para sus aposentos. Este reencuentro alivio mi aflicción. Gracias, amigos por la fraternal y larga amistad sin dobleces.

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