De esos secretos a voces

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No me quedaba de otra. Tenía que reírme y fluir. En esos tiempos de la juventud temprana, donde ya estaba muy segura de mi disidencia y a mis amigas les causaba escozor esa seguridad. Ellas y sus hormonas jugando a curiosear mientras yo, sabía dónde estaban mis definiciones al amar. Las tuve desde aquellas conversaciones con mamma y pappa, cuando por primera vez me enamoré, no de Roberto sino de Alejandra. Años más tarde le tocó entonces a Paco, mi entretanto.

Cuento...

Estábamos en la playa. Dos parejas "normales" dentro de la heteronormativa. Nosotras, dos de las jóvenes populares de la escuela y ellos, obviamente eran los chicos más deseados. Como les dije, lo normal dentro de la heteronormatividad. Lo que ellos nunca imaginaron fue que exactamente yo, no pertenecía a esa normalidad patriarcal y opresora. Ellos nunca lo quisieron ver, como aún muchxs no lo quieren ver. Sin embargo ella, Diana, siempre lo supo, siempre lo vio. 

Los chicos estaban algo lejos, fumando el fruto de la tierra y me imagino que teniendo esas conversaciones que suelen tener entre ellos, midiendo su masculinidad basándose en las veces que eyaculaban y cuan largo era el tiro al eyacular. Lo normal. Ensimismados en sus variantes, se perdieron de la realidad viva frente a sus ojos. "Sus" chicas se encontraron entre sí. 

Sigo...

- ¿Qué te pasa Diana?

- Sé tu secreto y quiero ser parte de tu secreto.

- ¿De qué secreto hablas?

- No te hagas Lala, sé que te gustan las chicas también. No lo niegues.

- Nunca he negado nada, no tengo que negar lo que nunca me has preguntado. Como tampoco tengo que andar hablando de mis decisiones a la hora de amar. ¿Cuándo le has preguntado a alguien "straight" acerca de sus preferencias? 

- Eso es lo más que me gusta de ti, eres lo que eres y no te importa nada más. 

Esa declaración me hizo pensar unos segundos pero ya era algo tarde, nos estábamos besando. Sí, allí, en el mar, frente a ellos. Ellos no vieron lo que sucedía. Ellos nunca quisieron ver lo que pasó, pasaba y pasa. Ellos discutían su masculinidad basados en cuan largo era el tiro de esperma al eyacular. Ellos nunca nos vieron mientras nos amábamos como solo las mujeres se saben amar. Sin normativas, en plenitud y libertad.

Nota:

Diana y yo seguimos siendo las chicas populares del colegio, novias de los dos chicos más deseados en la escuela. Una vez al mes, Diana pasaba un fin de semana en casa. Lo normal según la heteronormatividad. Solo Diana y yo supimos siempre lo que pasaba. 


Hoy día, Diana, luego de haber vivido junto a mí un tórrido amor en la escuela superior, insiste en que es una mujer cis puramente heterosexual. Yo, yo ya trascendí y, según la heteronormativa, soy la última de las transgresiones: estoy felizmente casada con un hombre transgénero.


La vida, la vida…