Luis Tite Vázquez, un aliado

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[Nota del curador de la sección, Egidio Colón Archilla: Mi cómplice de hoy es Luis Enrique Vázquez Vélez, educador, poeta, narrador, profesor de escritura creativa, editor, antólogo y gestor cultural. Es egresado de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras. Posee una Maestría en Literatura Comparada y cursos doctorales en el Programa de Estudios Hispánicos.

Es autor de los libros: Secretos inconfesos, Viaje terrestre, El pezón y otras anatomías mínimas y Bumerán. Su trabajo creativo se extiende en antologías poéticas y narrativas, a nivel nacional e internacional.

Pertenece al PEN de Puerto Rico, AIPEH y el Colectivo literario En los bordes.

Cuando me solicito que lo ayudase a editar su maravilloso cuento “El Otro Lado” me sentí honrado.  Aquí les incluyo el producto final!]

EL OTRO LADO

Te levantas aturdido, con un fuerte ardor en el culo, mientras observas que te arropan sábanas manchadas con sangre en una cama que no es la tuya. Al voltear la vista, te percatas de que a tu lado yace desnudo Pedro Iván Ayala: el bugarrón que muchos conocen como el Tres Patas.  Su cuerpo despide aromas de vicios y despropósitos. Aquella pinga descomunal –envuelta en semen incruento– te descompone.

Vas al baño, adolorido y aterrado.  Al mirarte en el espejo, te topas con una imagen inaudita: ojos desorbitados, tropel de arrugas, pelo lleno de canas, sin un solo vello en el rostro... Tú, que siempre te ufanaste de tener el cabello negrísimo, el bigote y la barba perfectos cuando salías hacia las sombras inciertas de la noche en busca de placeres prohibidos. 

Acto seguido, te das un duchazo y sales despavorido de aquella habitación inmunda. Llegas a una calle que no reconoces. Tomas el primer taxi que pasa. Le pides al conductor que te lleve al hospital donde trabajas –de siete a tres– como Manejador de Casos.  Él te dice que ese sitio dejó de existir hace mucho tiempo. No le das crédito a sus palabras. Insistes en que te traslade a tu centro laboral, a como dé lugar.

Solo alcanzas a ver un edificio en ruinas, por donde entra y sale una caravana de tecatos, maricones, putas, chulos, bugarrones, travestis, transexuales… Te sobresaltas cuando tu mirada se posa en un grafiti venido a menos que dice: «Aquí manda el Tres Patas, rompeculos mayor, depredador de los Manejadores de Casos». 

Entonces te das cuenta de que tu vida se escurre hacia el otro lado de la desesperación, desde donde te enfrentas a las horas huecas e inciertas de la eternidad.