En memoria de RBG

Caribe Hoy

Ruth Bader Ginsburg, últimamente referida por sus siglas RBG, falleció la noche del 18 de septiembre de 2020, luego de una intensa lucha con el cáncer.  Esa batalla, como en tantas otras que dio durante su vida fue implacable hasta el final. RBG era jueza del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, donde sirvió por 27 años a partir del 10 de agosto de 1993 hasta su muerte.

Su legado principalmente se caracterizó por su lucha férrea en pro de los derechos de la mujer y los derechos igualitarios entre todas las personas, sin distinción de género, clases sociales o preferencias sexuales.  Sin duda alguna RBG fue una mujer de avanzada.  Ella, a pesar de ser la estudiante más destacada en su clase de derecho en las universidades de Harvard y Columbia, sufrió en carne propia el discrimen del patriarcado. Sin embargo, su carácter de guerrera, su fuerza, empuje, carácter, inteligencia y respeto hacia todos (incluyendo el adversario), la posiciona en un lugar estratégico para hacer de su lucha una carrera de vida.

Ante el reto de ser continuamente excluida de posiciones de trabajo en grandes firmas por razón de ser mujer, RBG, en vez de amilanarse o sentirse víctima, la situación la impulsó a capitalizar en lo que ella sabía hacer: analizar legislaciones, escribir y desarrollar argumentos noveles, identificar situaciones de inequidad; y desde ese trampolín crear y entretejer perspectivas de la problemática, de una forma tal, que los hombres del patriarcado no pudieran llegar a ninguna otra decisión que no fuese la que ella proponía. El tejido de sus argumentos era tan fuerte como una telaraña.

RBG conoció de primera mano la lucha incansable que batallaban las mujeres teniendo que asumir múltiples roles para echar hacia adelante sus familias, su trabajo y el ideal que persiguen.  Ella se casó con un hombre, compañero abogado, que para su crédito, la apoyó incondicionalmente en todos sus proyectos y luchas.  Ella reciprocó ese apoyo.  Catorce meses antes de ella entrar a la escuela de leyes, tuvo a su primera hija.  Teniendo una bebé, siendo estudiante de leyes ella y su esposo, a él le da cáncer y eso hace que no pueda ir a sus clases. RBG, siendo una mujer menuda, asume el rol gigante de hacerse cargo de todo y aparte de cumplir con sus clases y los cuidados de su hija, también ayuda a su esposo poder continuar sus estudios de leyes, ella  transcribiendo todos sus trabajos.  Sus horas de sueño eran pocas y muchas las de trabajo, pero eso es parte de lo que hace de ella una mujer inagotable.

Al graduarse primera en su clase y ser rechazada por no menos de doce firmas legales, ella entra a la academia y se une a la facultad de la escuela de Rutgers donde ella descubre que su salario en relación con el de los hombre era más bajo.  Eso da pie a una campana con otras profesoras de la universidad reclamando igual paga, lo cual logran.  Sus experiencias la llevan a tomar causas de discrimen por sexo en la Union Americana de Libertades Civiles (ACLU).  En 1972, bajo su liderazgo se establece el Proyecto de Derechos en Pro de la Mujer; y de ahí nace la campaña para igualdad de género, junto con otras pioneras del movimiento contra el discrimen por sexo y raza.

La contribución de RBG, así como de otras mujeres, a la lucha por la igualdad de derechos para la mujer y sus logros, es el fruto que cosechan hoy día las mujeres en Estados Unidos como en Puerto Rico.  Es una lucha que aún no termina, porque a pesar de las mujeres ocupan con mayor prominencia todos los campos del quehacer, el patriarcado aún se resiste a conceder la igualdad.

Aun hoy en el siglo 21, las mujer reciben paga menor que los hombres, en y a pesar de tener igual o  mejor calificaciones que éstos; la violencia de genero no se ha aplacado.  En Puerto Rico, según las estadísticas de la policía, a julio 2020 ha habido 518 incidentes de violencia doméstica.


Sabemos, que la semana pasada, antes del 18 de septiembre, día del debate de los 6 candidatos a la gobernación, un guardia penal asesinó dos mujeres por asuntos de violencia de género y que la violencia machista ha aumentado durante la cuarentena del Covid-19.  Sin embargo, solo dos candidatos Juan Dalmau y Alexandra Lúgaro, sacaron la cara en defensa de la mujer, la educación con perspectiva de género y contra los feminicidios. 


Pedro Pierluisi, Charlie Delgado y Eliezer Molina, hicieron mutis sobre el tema, lo invisibilizaron, como si el no hablar de un tema problemático lo hiciera desaparecer. Cesar Vázquez, por su parte, abiertamente proyectó su visión fundamentalista y discriminatoria sobre el tema.  En fin estos cuatro macharranes son parte del patriarcado en contra del cual Ruth Bader Ginsburg luchó toda su vida.  Todavía hay mucho camino que recorrer.  Haciendo eco a lo que otros han dicho, repito “que la memoria de RBG se convierta en una revolución”.