Los acuerdos de Abraham entre Israel, los Emiratos Árabes Unidos y Bharéin

Agenda Caribeña
Typography
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

El pasado martes 15 de septiembre se dio a conocer una nueva llamada “iniciativa de paz” en el Medio Oriente. Nos referimos a la firma de un Acuerdo de Paz suscrito entre los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin e Israel. El acuerdo fue firmado en Washington bajo la bendición del presidente Donald Trump. Ha sido denominado con el nombre de “Acuerdos de Abraham. Se llama así en referencia al patriarca de las tres principales religiones monoteístas: judía, musulmana y cristiana. Si bien se trata del tercer acuerdo de paz suscrito por Israel con sus vecinos árabes, luego de los suscritos con Egipto en 1979 y el Reino de Jordania en 1994; el presente es el primero que se materializa por países en la península arábica con Israel.     

 El punto de encuentro común en este tratado de paz por estos tres Estados políticos es la enemistad profesa de dichos países con la República Islámica de Irán. Previo al acuerdo, ya desde el año 2015 Israel había anunciado la apertura de una oficina diplomática en los Emiratos Árabes Unidos; mientras  que para el 2019 anunció, al calor del incremento del diferendo de ambos países con Irán, ciertos niveles de colaboración militar entre ambos Estados.

Se ha indicado que los acuerdos están precedidos por la negociación entre las partes a los efectos de que Israel se comprometería a desistir de la anexión de la región de Cisjordania también conocida como el Margen Occidental del Río Jordán y que antes de 1967 fuera parte integral del Reino de Jordania. La autoridad política  en Cisjordania la ejerce la Autoridad Nacional Palestina, aunque la realidad es que la región se encuentra cada día más permeada por el incremento de cientos de asentamientos  de colonos judíos impulsados por el gobierno de Israel.

Indican Isabel Kershner y Asam Rasgon en un artículo publicado el 14 de septiembre de 2020 por The New York Times, que el acuerdo ha sido un “golpe diplomático” por parte de Israel, el cual le ha permitido romper “décadas de unidad árabe en torno a la causa palestina.” El acuerdo, indican, “revierte el orden de la Iniciativa de la Liga Árabe que pide el reconocimiento pleno de Israel por parte de todas la naciones árabes e islámicas a cambio de la completa retirada israelí de los territorios ocupados a las fronteras que existían antes de la guerra del Medio Oriente de 1967.” Indican los autores que de lo que se trata este acuerdo de paz, es de un “realineamiento en Oriente Medio de los ejes pro y anti-iraníes.”

Los Emiratos Árabes Unidos (EAU) lo conforman siete emiratos o reinos localizados en la porción oriental de la península arábica. Su fuente principal de ingresos es el petróleo. A pesar de su  limitado tamaño geográfico, el cual consta de una superficie de 83,600 Kms.2 y una población estimada en 9.6 millones de habitantes, los EAU constituyen la economía número 30 a escala global, manteniendo un índice de desarrollo humano que se coloca entre los primeros 45 países también a escala global.

Luego de la terminación de la dominación británica estos siete emiratos, junto con Catar y Bahréin, conformaron  efímeramente en 1968 la Federación de Emiratos del Golfo Pérsico. La actual estructuración política del territorio, sin embargo, se establece hoy a partir de los siete emiratos iniciales. El país tiene una Constitución aprobada en 1971, en la cual se reconoce un sistema monárquico. El gobierno central lo conforma un Consejo Supremo, compuesto por los emires de cada uno de los emiratos que integran el país. Entre los integrantes del Consejo Supremo se escoge un presidente y un vicepresidente por un período de cinco años. El Consejo  Supremo ejerce poderes legislativos y el poder ejecutivo. Un denominado “Consejo Federal”, compuesto por 40 funcionarios representativos de los distintos componentes de los EAU, participa del proceso de ratificación de tratados y convenciones internacionales. Existe, además, un Tribunal Supremo Federal compuesto por cinco jueces,  los cuales son nombrados por el Consejo Supremo, que es el encargado de ejercer las prerrogativas judiciales.

 Cada emirato tiene un amplio margen de autonomía con relación a sus asuntos internos, aunque asuntos tales como las relaciones externas, seguridad, defensa, emigración, nacionalidad, educación, salud, moneda, correos, comunicaciones, tráfico aéreo y disposiciones laborales, entre otras, las asume el gobierno federal. Los nacionales de los EAU son una minoría en su propio país, conviviendo allí una mayoría de personas provenientes del sudeste de Asia  y del continente asiático, la mayor parte indios y paquistaníes.

Bahréin por su parte es un pequeño archipiélago. Se localiza también localizado en la porción oriental de la península arábica con una extensión territorial de apenas 760 Kms.2  y una población estimada de 1.3 millones de habitantes. A pesar de que en 1973, ya independizado de la Federación de Emiratos Árabes promulgó una constitución con un parlamento electo democráticamente, un año después la Constitución fue dejada sin efecto asumiendo el control del país un emir. Una nueva Constitución fue aprobada el 14 de febrero de 2014 definiendo el país como Reino de Bahréin, gobernado por una monarquía constitucional hereditaria.

A raíz de la Revolución Islámica de Irán, este último reivindicó su derecho sobre algunas islas del archipiélago, formando el Reino de Bahréin un acuerdo de defensa con Arabia Saudita, estrechando así sus lazos con otros Estados árabes de la península. En Bahréin enclava desde 1990 una importante base naval de los Estados Unidos desde donde opera su flota en el Golfo Pérsico.

Algo se ha hablado de cuáles motivos podrían haber tenido los EAU y el Reino de Bahréin para suscribir este acuerdo con Israel. Uno de los elementos figura señalado en el escrito de Jeremy Bowen, Editor de Medio Oriente de BBC de fecha 15 de septiembre. Allí señala que el interés de estos países árabes es tener acceso a la venta por parte de Estados Unidos de medios aéreos avanzados, como son el avión caza F-35 y el EA-18G. El primero es un avión de combate, considerado como uno de los mejores, si no el mejor y más avanzado de los Estados Unidos.  Este medio aéreo ya ha sido facilitado por Estados Unidos a Israel habiendo sido utilizado con gran éxito en los conflictos regionales de los cuales Israel participa. El otro avión al cual se hace referencia, el EA-18G es un avión utilizado en la guerra electrónica. Tales medios aéreos  en poder de estos dos Estados árabes resultan importantes de cara a los conflictos regionales de los cuales participan en la península arábica y sus inmediaciones, como es el conflicto que hoy se desarrolla en Yemen, donde los insurgentes chiitas son apoyados por la República Islámica de Irán, o ante un eventual enfrentamiento directo con este país islámico.

Entre los motivos que podría tener Israel se encuentra el cómo ha logrado romper la unidad hasta ahora existente entre los países árabes de no hacer la paz con dicho Estado si no se retiraba de los territorios ocupados tras la guerra de 1967, que incluyen la margen occidental del Río Jordán (Cisjordania), las Alturas del Golán en Siria y la ocupación de Jerusalén. La ocupación de la Península del Sinaí en la guerra de 1967, la cual fue arrebatada por la fuerza a Egipto, es un asunto superado tras la devolución de gran parte de dicha península a Egipto mediante el Acuerdo de Paz de 1979.

El señalamiento hecho a los efectos de que tras el acuerdo de paz Israel abandonaría su intención de anexar a Cisjordania ha sido desmentido por el propio Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu cuando indicó que ese desistimiento “es por ahora”. Ciertamente, para Netanyahu el acuerdo alcanzado con los EAU y el Reino de Bahréin le provee en estos momentos un segundo aire, por su proyección internacional en momentos en que enfrenta en su país serias acusaciones por corrupción que podrían conllevar su encarcelamiento en prisión.

Norberto Paredes, en la página BBC News Mundo del pasado 15 de septiembre, se hace eco en alguna medida del señalamiento de que el quid pro quo entre los países árabes e Israel fue a los efectos de detener la anexión por Israel de  la región de Cisjordania. Le da importancia a cómo Israel, por vía de tal acuerdo, logra romper el consenso del no reconocimiento como a Israel como Estado, mientras dure la ocupación  por parte de dicho país de los territorios obtenidos por conquista en la Guerra de los Siete Días de 1967.

Jeremy Bowen, por su parte, en el artículo antes citado, señala que en el caso del presidente Donald Trump, el acuerdo va de la mano con su “estrategia de ‘máxima presión’ sobre Irán.” Señala, además, que el tratado suscrito cumple la función de ser una “munición muy útil, especialmente en un año electoral, para respaldar su alarde de que es el mejor negociador del mundo.” De hecho, acercándose Estados Unidos a un momento crucial de cara a las elecciones presidenciales, Trump también ha intentado proyectar que hay una intención real de su administración con reducir la presencia de tropas estadounidenses y Afganistán e Iraq, y en el caso del primero, fomentando las negociaciones entre el gobierno de Afganistán con sus opositores, los talibanes.

Nos recuerda Guillermo D. Olmo, en otro artículo publicado el 15 de septiembre por parte de BBC Mundo bajo el título de Paz entre Israel, EAU y Bharéin: qué cambios ha logrado Donald Trump en Oriente Próximo,  las complejidades en el funcionamiento del presidente cuando como parte de su estrategia,  “designó a su yerno, Jared Kushner, como enviado especial para Medio Oriente  con el encargo de negociar la paz entre israelíes y palestinos”; mientras en diciembre de 2017 anunciaba que trasladaría su embajada en Tel Aviv a la ciudad de Jerusalén. Destaca que dicha acción por parte de Trump se produce cuando sabe que este es un punto muy sensitivo en la búsqueda de una solución al conflicto en Palestina. De hecho, violenta los acuerdos originalmente discutidos y acordados por las Naciones Unidas 1947 mediante la Resolución 181 (II)  y el Plan de Partición con Unión Económica  acordado mediante el Comité Especial (CENUP) para la creación de dos Estados y la administración internacional de la ciudad de Jerusalén.

Sin embargo, en todo este entramado, donde Netanyahu menciona el desistimiento, al menos temporalmente de los planes de anexión de Cisjordania, no menciona y por el contrario sigue abierta, la actitud de Israel hacia la porción palestina que vive en la Franja de Gaza bajo la autoridad política de Hamás. Recordemos que  para Israel  esta es una organización terrorista; mientras por su parte Hamás rechaza todo entendido con Israel, mucho menos bajo condiciones de cerco y ocupación territorial de Palestina. Indica Paredes en su artículo citado, en relación a los gobiernos de estos dos territorios en Palestina, “Hamás y Fatah han estado divididas desde la llamada Guerra Civil Palestina en 2007, en la que Fatah, que es secular, renunció a la resistencia armada, oponiéndose al programa de Hamás, que se autodenomina  yihadista e islamista.”

Para la mayoría de los palestinos que a lo largo de tantas décadas han visto la manera en que Israel se ha conducido contra el derecho del pueblo palestino, el “Acuerdo de Abraham” es una nueva traición por parte de países árabes a su causa, la causa del pueblo palestino.