La victoria del “No” destruiría al PNP

Cultura

Las elecciones del 3 de noviembre marcan un resurgir del amor patrio entre los puertorriqueños. Muchas han sido las manifestaciones patrióticas que hemos visto en los anuncios político-pagados.

Debemos destacar los impresionantes anuncios que la clase artística ha producido para enfatizar la puertorriqueñidad. Mi favorito es “Despierta borinqueño” producido por Vin Ramos. La producción resume magistralmente la formación del pueblo puertorriqueño, sus logros y problemáticas sociales. Enfatiza la destrucción sistemática, pero soslayada, de nuestra identidad para sustituirla por otra que nada tiene que ver con quienes somos.

El anexionismo también hizo uso de la manipulación colectica presentando uno donde se tocan los acordes de La Borinqueña resaltando la emotividad que sentimos cuando la escuchamos. Sin embargo, como buenos embaucadores no les dicen a los electores que buscan acallar para siempre sus acordes y sustituirlo con el Star Spangle Banner.

En términos publicitarios esta ha sido la mejor campaña desde la de 1972.  Durante esa campaña todos los partidos produjeron excelentes anuncios para atraer al electorado. Todavía existía un gran apego al terruño y a la producción agrícola por lo tanto se destacaron los valores solidarios que caracterizan a las sociedades agrícolas. La campaña también resaltó la transición urbana que para ese entonces era evidente.

Al igual que entonces, la gran pregunta sigue siendo si queremos continuar siendo puertorriqueños.

La contestación a esta pregunta, despejada de las falacias que los anexionistas exponen a diestra y siniestra, no es otra que si usted desea continuar escuchando La Borinqueña cuando uno de nuestros atletas conquista una presea o ver izar la Monoestrellada en eventos regionales e internacionales.

Un dato interesante es que esta coyuntura definitoria le ha dado oxígeno al independentismo puertorriqueño. Desde hace 20 años el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) no demostraba tanto empuje entre el electorado. A esto se le suma un candidato carismático con unos valores ético-morales sólidos y una vida ejemplar. No podemos dejar de señalar que ha resultado ser el galán o símbolo sexual de esta campaña.

El Partido Independentista Puertorriqueño nació de las filas del Partido Popular Democrático cuando este abandonó la ideología independentista para convertirse en una fuerza autonómica al servicio del imperio estadounidense. Don Gilberto Concepción de Gracia, un líder carismático, fundó el partido el 20 de octubre de 1946 en la gallera Tres Palmas en Bayamón.

Participó por primera vez en unas elecciones en 1948 donde obtuvo el 10 por ciento de los votos. No participó en la Asamblea Constituyente de 1952 por entender que este proceso era cosmético, un cambio de nombre para adornar la colonia. Sin embargo, en las elecciones de 1952 la colectividad obtuvo el 20 por ciento de votos, eligiendo 15 legisladores, convirtiéndose en el principal partido de oposición en el país.

Las estrategias imperialistas y la persecución del gobierno de Luis Muñoz Marín hacia los sectores independentistas forzaron a muchos a marcharse del país. Para 1960 el PIP se convirtió en un partido minoritario, sin posibilidades de ganar unos comicios electorales. Hubo un resurgir en las elecciones de 1972 bajo el liderazgo de Rubén Berrios Martínez con la campaña “Arriba los de abajo”.

Luego de las elecciones surgieron fuertes diferencias entre los líderes independentistas como parte de un plan estratégico diseñado por los federales para dividir el movimiento. Tuvieron éxito. El independentismo se fragmentó en varios grupos, alejando cada vez más la posibilidad de ocupar el sitial que ostentó en la década de 1950.

El PIP tuvo un repunte en las elecciones del año 2000 donde su candidato para la gobernación obtuvo más de 100,000 votos, pero en las del 2004 no lograron quedar inscritos. Desde ese momento en adelante el declive ha sido notorio, cada día tiene menos electores y le ha resultado más difícil reinscribir la colectividad en la Comisión Estatal de Elecciones.

El senador Juan Dalmau Ramírez, un hombre de 47 años (1973), atractivo, esposo y padre ejemplar, graduado de la Escuela de Derecho de Harvard y de la Universidad de Puerto Rico y con un fuerte arraigo entre las comunidades más vulnerables, le ha dado una nueva esperanza a la independencia. Dalmau ha logrado hacer una transición necesaria para la conciencia colectiva donde proyecta el partido como una alternativa para administrar la colonia, sin abandonar su compromiso con una Patria Nueva.

El desgaste de los dos partidos mayoritarios, Partido Nuevo Progresista (PNP) y Partido Popular Democrático (PPD), ha abierto la puerta para el surgimiento de una tercera fuerza que pudiera convertirse en la segunda. Para eso es necesario educar al electorado sobre los principios del independentismo y desarrollar proyectos socioeconómicos que potencien el desarrollo de las comunidades. Esta última estrategia fue crítica para el empoderamiento tanto del PPD como del PNP.

La dificultad para el resurgimiento del PIP como una tercera fuerza política sólida lo constituye el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC). Constituido principalmente por independentistas desafectos del PIP el MVC ha logrado atraer a los jóvenes y a los sectores que buscan un cambio real para un sistema caduco y decadente. Empero, los múltiples cuestionamientos sobre las intenciones veladas de su liderazgo lo hacen blanco fácil para impedir su consolidación política. Las dudosas finanzas, los errores garrafales (como decir que el plagio no es corrupción), el clasismo, la aparente xenofobia y discrimen racial de su principal líder y candidata a la gobernación, Alexandra Lúgaro, convierten a la colectividad en una vulnerable, fácil de desacreditar y desmantelar.

El martes veremos los resultados de las elecciones. La división de la oposición al gobernante PNP en cinco grupos solo abre la posibilidad de la permanencia de estos en el poder. Aunque las encuestas le dan una ventaja de un 3% al candidato del PPD, Carlos “Charlie” Delgado Altieri, el PNP descansa en la ceguera fanática de sus seguidores y el plebiscito Estadidad, Sí o No, para perpetuarse en el poder.

Ante la posibilidad de que pudiera revalidar el PNP, solo la victoria del NO en el plebiscito le daría la oportunidad al autonomismo y al independentismo para continuar con su lucha y evitaría su desaparición.

Una victoria del NO pondría en jaque mate al PNP, aunque ganara la gobernación. En este caso aplicaría el dicho de que no es lo mismo llamar al diablo que verlo llegar. El PNP ha repetido tantas veces que la estadidad ganó dos plebiscitos amañados que se han creído su propia mentira. No debemos olvidar que en esos dos eventos la mayoría del electorado no participó en los mismos.

Las elecciones del martes definirán el futuro de Puerto Rico en lo que nos resta de siglo. Una gran tarea para Juan Dalmau Ramírez como posible heredero de Rubén Berríos Martínez para dirigir el futuro del PIP es unificar a todas las facciones independentistas para unidos presentar una alternativa transformadora para la Patria.

A usted, le pido que vaya y vote. Evalúe los candidatos, escoja los mejores y ponga a Puerto Rico primero.