Luego de un año de pandemia, mi sobrino-nieto no puede regresar a China

Caribe Hoy

Para el 17 de noviembre de 2019, en aquel país que parecería estar tan lejanos de esta isla, pero del cual todo el globo es un consumidor acérrimo, empezó a escucharse de un infame virus que estaba contagiado gentes en Wuhan, China, por la alegada ingestión de murciélagos que se vendían en uno de tantos mercados chinos.

Así empezaron rumores de un virus en oriente, pero que en el occidente no se le prestaba mucha atención.  Mientras las autoridades sanitarias chinas empezaban a reconocer como un gran peligro.  Tomaron medidas extremas de poner en cuarentena a toda la región de Wuhan, que duró 76 días.

En enero de 2019, yo había viajado a Chongqing, para la boda de mi sobrina. Aunque la extensión territorial de China es basta, la región de Chongqing quedaba próxima a Wuhan, por lo que en esa región también se tomaron medidas de cierre por el gobierno.  Mi familia estaba pendiente a cómo se iban desarrollando los acontecimientos en China, no solo porque mi sobrina estaba muy cerca de la meca del virus, sino que hacía poco había tenido su primer bebé.

Nosotros anhelábamos que ella pudiera viajar a Puerto Rico para bautizar al primer biznieto, un chino-boricua-gringo, aquí en la isla.  Sin embargo, el bebé no podía salir sin tener sus primeras vacunas, y estas no se le podían administrar hasta que tuviera varios meses.  Así que no fue sino hasta principios de febrero que logró salir de China en una travesía a través de países de oriente medio. Ya en ese momento, el mundo empezaba a tener una mirada más preocupante sobre el virus y su esparcimiento.

En Italia empezaron a verse los primeros casos.  En Puerto Rico, curiosamente, el entonces Secretario de Salud, Rafael Rodríguez, y la Epidemióloga del Estado, Carmen Deseda, descartaban que el virus afectara a la isla diciendo estupideces como que “el virus no llegaría a Puerto Rico porque Italia estaba cerca de China y Puerto Rico no”, o que “para Puerto Rico no vuelan aviones directos desde China”.  Las expresiones de estos dos oficiales del estado no solo mostraban su ignorancia e incapacidad para estar al mando de los puestos que tenían, sino que es característica de un gobierno que se ha creído que a este pueblo se puede estar cogiendo de pen… y mintiéndole todo el tiempo.

Así las cosas, para mediados de marzo la Organización Mundial de la Salud declaró al Coronavirus como una pandemia.  Aquí en Puerto Rico se inició el primer toque de queda.  Ese que marcó el comienzo de una forma de vida de encierro y distanciamiento social radicalmente distinta a la que estábamos acostumbrados. Según datos reportados por el Worldometer, hoy, a nivel mundial, se han reportado 62,729,975 de coronavirus, ha habido 1,460,995 muertes y se han recuperado 43,349,223.

Luego de meses de encierro global, los países comenzaron a abrir su economía.  Se perseguía conseguir una “nueva normalidad”.  Sin embargo, a raíz de las aperturas está surgiendo una segunda ola de contagios, que se dice es más fuerte que la primera.  Ahora, el pasado 21 de noviembre, el Centro para Control y Prevención de Enfermedades emitió una advertencia de que todos los viajeros deben evitar viajar a Puerto Rico porque el nivel de contagio en la isla está a un Nivel 4, muy alto, que es el mayor nivel de contagio.

Muchos podemos preguntar ¿qué pasó? ¿dónde se falló, si en un principio se hizo un cierre que mantuvo el virus controlado?  Definitivamente, las campañas políticas y los políticos del país tuvieron mucho que ver en esta alza desmedida.  Pero también ha tenido que ver, esta falta de compromiso de un gobierno para proteger a sus ciudadanos. ¿Por qué digo esto?  Porque el gobierno pudo y puede aún tomar medidas fuertes contra el turismo descontrolado, promovido solo para dar la apariencia de una normalidad, donde llegan por montones turistas irresponsables que piensan que aquí viven gentes desechables, y que pueden andar y hacer lo que se les venga en gana, violando las medidas de protección que se les impone a los residentes de la isla.

Esto, pienso, puede tener que ver con esta imagen falsa de normalidad que el gobierno quiere mantener, o con ese miedo de poner restricciones a los viajeros irresponsables que nos visitan (producto de la mentalidad colonizada), o con ese deseo de tener a Puerto Rico sin puertorriqueños, o solo con un grupo exclusivo de ellos.  En fin, que ahora estamos frente al segundo brote; y que serán muchos los puertorriqueños y puertorriqueñas, residentes de la isla, que morirán.

En cuanto a mi sobrina, les cuento, sí pudo llegar a Puerto Rico en febrero y bautizamos a nuestro chinito.  Sin embargo, ella no pudo regresar a China. No solo por el coronavirus sino porque a raíz de la guerra económica que se desató entre Estados Unidos y China, no le permiten la entrada al país a los norteamericanos. Así estamos, en un mundo de pandemia que, a pesar de las vacunas experimentales, no parece por el momento, conseguir una normalidad. Ya llevamos 1 año desde que la pandemia, por primera vez, nos miró a los ojos.