O Sole Mio

Caribe Hoy

Allá para el 2009 la vi por primera vez.  Sola era una cachorrita bóxer recién nacida.  Era la más bonita de la camada de cuatro perritos, tenía marcas blancas en su pecho, cara y patas.  Mi amiga Migdalia, con quien hacía años había establecido una alianza hermanada por estos animales, me llamó para ofrecerme un cachorrito.  Ella me dijo, escoge a cualquiera menos a Sole Mio, esa me la quedo. Sole Mio, pregunté, sí como la canción italiana, así mismo se llama.

Pasaron varios años y Migdalia nuevamente se comunicó para ofrecerme a Beto, el macho de la camada, que para ese entonces tenía cinco años.  Me dijo que lo había tenido que rescatar de sus dueños porque lo maltrataban.  Ella no podía quedarse con él porque tenía a Sole y Shakira (la mamá de la camada), y se iba a mudar a un apartamento. Era el 2014, mi vida había dado otro giro y me estaba mudando a un nuevo vecindario donde necesitaba la protección de un perrazo como Beto, así que acepté, pero le dije que si se iba a mudar a un apartamento que también me diera a Sole Mio. Luego de pensarlo accedió.  Beto murió de cáncer de tiroides al año siguiente. 

Así que hasta el día de hoy Sole Mio (a quien solo llamo por Sole) ha sido la jefa de la ganga que tengo de compañeras.  Sole ha sido una perra educadísima y fiel, siempre que esté acompañada.  Sole no ladra mucho y no se queja para nada. El único detalle era que si se quedaba sola le daba ansiedad, y a mi regreso podía encontrar la marquesina patas arriba, el zafacón regado y tremendo revolú.  Ella con su carita de inocencia miraba como diciendo “me hubieses llevado contigo y me portaba bien”.  Eso era cierto, siempre que alguien me visitaba quedaba maravillado de lo bien que Sole se portaba.

Sole me acompañó durante los huracanes Irma y María.  Por la situación en que estaba la isla consideré irme una temporada a casa de mi hijo, siempre que pudiera Sole viajar conmigo.  Eso resultaba complicado por ser ella una perra grande. Yo estaba clara, sin Sole no me iba.  Así que moví cielo y tierra.  Al final, Sole viajó conmigo en el avión. La acomodé frente a mis pies y allí se quedó tranquila todo el viaje.  Cuando se levantó para salir las gentes se sorprendían de que un perro así de grande no se hubiera sentido para nada.

En el verano del 2017, por primera vez Sole hace mingas con una gatita de una estudiante que se hospedaba en mi casa.  Sole, siendo un animal gregario, celebró la compañía.  Al principio tuve aprehensión porque mi experiencia con boxers y gatos no había sido buena. Pero Sole se adaptó.  Esa primera gatita hasta abusaba de ella.  Luego, a principios del 2018, y a raíz del huracán María, muchas personas se fueron del país, pero abandonaron sus mascotas.  Así llegaron a mi casa Tita y Manchi, corriendo como deambulantes por mi vecindario.  Luego en septiembre, rescaté a una gatita muerta de hambre en el Bosque Monte Choca de Corozal, por supuesto se llama Choca.  Así se constituyó oficialmente mi pandilla de mascotas.  Sole Mio, por supuesto siendo la capitana del grupo.

En términos de la pandemia, creo que Sole le ve un lado positivo, y es que he tenido que estar en la casa y ambas pasamos más horas juntas. En estos días, sin embargo, los años le han caído encima a Sole, como a todos nosotros.  Ella se ha puesto canosa, y no solo eso, su cadera derecha empezó a molestarla bien fuerte.  Fuimos al veterinario y me dijo, “tiene artritis”.  Empezamos su medicación, pero no mejoró.  Al contrario, yo la veía ahora cojear también de la pata delantera. Par de semanas después regresamos al veterinario.  Esta vez su noticia no fue alentadora, Sole, me dijo, tiene osteo sarcoma en la escapula izquierda. Me advirtió, es cáncer de los huesos y es el más agresivo de todos. Va a tener muchos dolores.  Vamos a darle paliativos y cuando su calidad de vida se deteriore tomamos otra decisión.

Pues en esas he estado, intentando que mi compañera fiel por los pasados 6 años no sufra tanto.  Pero es difícil escuchar sus quejidos de dolor cuando nunca se había quejado.  Es difícil el proceso de alimentarla y ver que está inapetente o que lo poco que come no lo aguanta su estómago.  No se hace fácil el pensar tener que ponerla a dormir, pero es difícil verla sufrir.  Sole se apaga, pero sus ojos siempre me miran con esa mirada tierna. Su mirada me dice estoy cansada, estoy adolorida. Su mirada me dice confió en ti y en tu juicio.  O Sole Mio, que difícil es este proceso de dejarte ir.