Tengamos Texto, poemario de Dayra [Lee Montoyo] Leandry

Cultura

(San Juan, 10:00 a.m.) Hay ocasiones en que sólo quiero estar quieto, disfrutar de la tranquilidad y del silencio, del pensamiento aderezado con una copa de vino y un buen tabaco. Detenerse un instante para saborear la literatura, ya sea cuento o poesía, novela o ensayo. Un momento efímero y nostálgico que después me causa risa por verme atrapado en la ilusión del pequeño burgués. Pero en fín, cosas que se nos antoja o nos son necesaria para subsistir. Cavilando así tomo sin mirar el primer libro que sobre mi pequeño refrigerador aguarda por ser leído. Tomo un pequeño poemario de carátula en blanco y negro, con una mujer fatal tentando su propio rostro, cuyos ojos tapan el título del libro: TENGAMOS TEXTO, de Dayra [Lee Montoyo] Leandry. (The Poet’s Passage Press, San Juan, Puerto Rico, 2019.)

            Antes de abrirlo me detengo a recordar a la autora declamando sus propios poemas en el Viejo San Juan. Una joven delgada, sonriente y valiente con algo que decir, en busca de un espacio y un significado. ¿No es nuestra propia imagen en algún tiempo que ya nos parece muy lejano? Con voz intensa escarbando en su propio breve pasado, confiesa caminos que intentamos descifrar o adivinar, y que en nuestra arrogancia de gente ya curtida con el tiempo y la experiencia, creemos poder comprender. Pero en verdad no comprendemos, más bien nos da tristeza que se oculta en los aplausos que veneramos enseguida. Hay que ser valiente para exponernos a través de la poesía, y casi temerarios para publicarla. Su libro nos cuenta, como una obra de teatro, abre el telón...

            “Mamá… ¡quiero ser un macho!” - nos dispara en el pecho, “No malinterpretes mis palabras/ espero que me entiendas./ No soy como las niñas bonitas/ que ves en las novelas./ No soy una mariposa/ que embelesa a todos mientras vuela.” [YO NO QUIERO SER] Hija del siglo presente, milenial, con su grito de guerra, que de seguro no quiere ser un macho, más bien, denunciar, reclamar, retar, porque el mundo no es, ni será, cual era. Comienza así la puesta en escena, en la cual la poeta desvela a la niña-mujer frente al maltrato de género, al desamor, la traición, la soledad y el fracaso.

            La poeta que no quieren que la llamen poeta, “No lo evitó mi voz,/ no lo evitaron mis letras./ No fueron mis palabras/ las que evitaron que esa bala no saliera./ Así que por favor te lo pido,/ a mí no me llames poeta.” [NO ME LLAMES POETA], de vez en cuando confiesa con cierta nostalgia sus amores que navegan entre el tormento y la pasión, “Sin placer tuvimos texto./ Me desnudé y tu/ te quedaste vestido contigo entero.” [TEXTO] Durante el transcurso de su poemario se denota su evidente fuerza teatral, poemas que se publicaron primero en el escenario, declamados en el confesionario público, en la protesta subversiva del encuentro entre poetas y locxs de amarrar (según el establishment, por supuesto).  Es la voz del performance atrapado en la tinta, donde la intimidad se desflora junto al reclamo social y político que dispara desde la trinchera de los propios versos, “¡Putas paren políticos/ partidos progresan!/ Por pecetas prestadas/ patinan profetas.” [PR-OMESAS].

            Reproduzco las palabras de Lionel A. Santiago en su presentación del poemario en la contraportada: Este poemario, en conclusión, es una demostración de lo que los franceses llaman esprit de l’escalier “el espíritu de la escalera”. Frase utilizada para la experiencia de ocurrirse la contestación perfecta un poquito tarde. La poeta, muy ingeniosamente, ha compilado las contestaciones perfectas a situaciones y experiencias específicas en su vida. Derramándolas sin miedo alguno a la subjetividad; retratando sentimientos, emociones y sensaciones de forma brutalmente honesta.” El espíritu del libro está en su invitación solapada a “tener texto”. 

            Termino el libro y veo otra vez en mi mente a Dayra Leandry declamando sus poemas como en un llamado a darnos cuenta de que está allí y que no solamente es un espejo de sí misma, sino de cualquiera que la escuche. Es refrescante encontrar jóvenes así publicando en papel, lejos del efímero facebook o cosa parecida. Como ya dijimos, el poemario está presentado a modo de obra de teatro, pero vean, es sólo el primer acto...