Censurar a los insurrectos [¿boricua eres tú el próximo censurado?]

Política

Hagamos hoy un ejercicio:  vamos a poner fotos en Facebook, Twitter e Instagram, entre otras redes sociales y convoquemos a la independencia de Puerto Rico, “por todos los medios o métodos posibles”.  Veamos cómo nos responden los propietarios de dichas redes sociales, quienes hoy han determinado que publican y que censuran, de forma temporera o permanente. Finalmente, lo que Phillip K Dick visualizó en su literatura de ciencia ficción en la década de 1960, hoy se hace realidad. El capital corporativo mediático de información se ha constituido en el estado soberano global.

El hecho de censurar y expulsar de por vida de Twitter a Donald Trump, aun presidente de los EE.UU.  constituye un acto de poder sin precedentes. No porque sea Trump el presidente, sino por el acto de determinar que se publica o no a nivel global.  Distinto al ejercicio de libertad de expresión con un periódico local, las redes sociales constituyen un medio de comunicación a nivel global, que por encima de los estados, legítimos y democráticamente constituidos, determinan hoy que se publica y que no.  

El argumento no puede ser que las redes sociales son privadas.  Realmente hablando siempre han sido privadas, pero hoy constituyen la plataforma dominante y sistema de comunicación por la cual todo el mundo transita, pese a ser privados. Por ende, lo lógico seria pensar, que sin una orden judicial, las redes no pueden privar a nadie de estar y/o participar de las mismas. Tan neoliberal es el argumento de censurar sin derecho alguno a una persona, como el justificar que las redes sociales privadas y con dueños que pueden hacer lo que les venga en gana.

Pero el 6 de enero de 2021, será un día interesante, pues pese a celebrar un acto de insurrección contra la  narrativa de opresión, dado que los amotinados no son de nuestro bando los censuramos.  Es interesante, pues en la larga tradición de los EE.UU., donde blancos y negros, pobres y ricos, se han insubordinado, condenar un acto de rebelión popular, sin validar ese momento, es muy curioso.  Los boricuas han dado catedra de insubordinarse desde el 1920 (las primeras huelgas de la caña) hasta el verano del 2019.  Por lo tanto, seamos cautelosos en qué estamos condenando.

Finalmente, el hecho de que Donald Trump no sea un santo de mi/nuestra devoción no quiere decir que me tengo que alinear con la derecha dirigida por el Partido Demócrata. Tan ilegal es que Trump, como presidente, convoque a tomar el Capitolio, como ilegal es que Nancy Pelosi, sin ninguna autoridad constitucional, le pida al las fuerzas armadas de los EE.UU. que retire el control del presidente Trump de las bombas nucleares.  Son ambos actos ilegales.  

Por ende, lo que los boricuas deberían pensar es como organizar un protocolo de qué hacer en caso de que los EE.UU. entre en una guerra civil.  De esto pasar, nuestra posición no puede ser esperar a que se resuelva dicha situacion en lo que nos llegan los fondos federales y/o el próximo cheque. Solo puedo pensar en Crimea y Ucrania.  Necesitamos un plan de acción para la eventualidad de que los EE.UU. entren en una guerra civil. Pensemos.