El Congreso Norteamericano [mirada crítica a los eventos del 6 de enero de 2021]

Caribe Hoy

En Puerto Rico ya los Tres Reyes Magos habían llegado y las familias estaban en sus casas celebrando esta festividad dentro de las limitaciones impuestas por el Covid-19.  Del otro lado del charco, en Washington DC, nuestros colonos, tenían agendas distintas. Ese 6 de enero de 2021, es el día donde se reafirman los votos de las elecciones por estados y se proclama el nuevo presidente y vicepresidente de los Estados Unidos.

Ese evento, por lo regular es uno proforma.  Sin embargo, bajo el mandato del presidente Trump, nada ha tenido normalidad.  Al menos, no la que el mundo estaba acostumbrado a recibir – mediáticamente - del gobierno de los EEUU. Estados Unidos siempre desde que se asumió una super potencia, siempre se ha proyectado – cierto o no – como un país unido, de ley y orden, y democrático.  Donde el derecho a portar armas, así como el de la libre expresión van de la mano.

Trump, desde antes de las votaciones empezó una campaña mediática sobre un posible fraude electoral por los votos por correo.  Luego de las votaciones, subió más el tono al asunto.  Sus asesores fueron a tribunales a cuestionar la validez de las votaciones en varios estados y no pudieron de forma alguna probar sus alegaciones. Simple y sencillamente el ego de Trump, no le permite verse como un perdedor.  De ese modo, ese 6 de enero, citó a sus seguidores a un rally frente a Casablanca; allí, con su retórica los incitó y los invitó a allegarse al capitolio para reclamarle a los demócratas y a los republicanos débiles, por el robo de votos.  Aquí hago un paréntesis para opinar, que Trump, aunque detestable y por más bruto que parezca, sabe bien lo que hace, y le gusta caminar a la orilla del barranco para sentir esa sensación de estrés o euforia. Así que, a través del uso de insinuaciones, él comanda exactamente lo que quiere conseguir, sin decirlo de forma directa.  Queda, por supuesto, a juicio de su audiencia, interpretar los comandos que él está dando.  De ese modo, Trump, juega el juego de querer hacerse el inocente ante situaciones fuera de control como las sucedidas, cuando sus huestes entraron a la fuerza y profanaron el Congreso.

Ciertamente, las imágenes de esos actos de vandalismo dejaron al mundo boquiabiertos, precisamente porque se venía abajo la imagen de ley, orden y democracia que EEUU siempre ha querido proyectar.  Esas imágenes dejaron en evidencia, que Estados Unidos es un país que en sus valores fundamentales está completamente dividido.  Las luchas raciales y sociales que siempre ha habido, bajo el mandato de Trump, se han exacerbado.  Los bandos republicanos y demócratas se han polarizado; los crímenes de odio y los raciales han aumentado, y los grupos radicales se han vuelto más vocales.

La democracia y la República de Estados Unidos está fracturada mortalmente.  ¿Por qué hago esta expresión?  Porque la reacción de la mitad de la población norteamericana ha sido una tan represiva a derechos fundamentales, como lo que ellos critican que su contraparte hace.  A todo esto, las élites y el capital que controla los medios sociales se han atribuido el poder unilateral de controlar el derecho fundamental a la libre expresión.  Son ellos ahora quienes deciden que voces hablan o cuales se acallan.  Esa acción por medios como Twitter, Facebook, Instagram, Apple y otros, es de por sí uno de los actos más represivos y antidemocráticos que pueda existir. Amén de que sientan un precedente nefasto no solo para Estados Unidos, sino que a nivel global.

He sido una crítica acérrima del presidente Donald Trump. Pero tengo que levantar una bandera de peligro cuando se acalla la voz de una persona o de unos grupos, por el simple hecho de que opino de forma distinta. Hoy puedo no querer escuchar la voz de Trump. Pero mañana, va a ser otro el CEO del capital, quien esté sentado dirigiendo las plataformas sociales y decida que, nuestras voces tampoco se deben escuchar.  Es muy peligros acallar voces por opinar de formas distintas, y que sea el capital quien tenga el control absoluto de este poder. Si mediante la expresión en un medio social se comete delito, entonces, que se procese criminalmente a quien cometa la violación.  Pero apagar voces porque no me gusta tu retórica es peligrosísimo.

Mientras en el Congreso de Estados Unidos, piensa en cargos de sedición (que como abogada criminalista pienso son exagerados) contra los manifestantes pro-Trump; quien sí acaba de dar un golpe de estado a la libre expresión es el capital informático.  Y porque tenemos coraje contra Trump y sus fanáticos, en vez de preocuparnos esa acción, la celebramos.   Ojo, por otra parte, Trump perdió este cuatrienio, pero no fue por mucho, los demócratas no controlan el Senado como quisieran; y Trump dice que corre para las elecciones del 2024.  Si esto es así, y él volviera a revalidar…ardería Troya en pleno Estados Unidos.