Puerto Rico no se rinde: ¡Nuestra cultura está viva!

Cultura

(San Juan, 10:00 a.m.) La cultura puertorriqueña está viva. Encuentras manifestaciones en los lugares más inesperados. Cuanto las detectas, llegan con fuerza, se apoderan de tu consciente y percibes una realidad que muchas veces nos ocultan el ajetreo diario y los medios de comunicación manipulados por el oficialismo colonial.

Para descubrir estas manifestaciones debes conocer los elementos identitarios de la puertorriqueñidad, su grandiosa diversidad y sus variadas expresiones. Por ende, debes eliminar de tu mente la conceptualización de solo una cultura y sumarte a la maravillosa realidad de que existen múltiples y variadas culturas puertorriqueñas que cuando las entrelazas forman un inmenso vitral repleto de expresiones coloridas.  

Tomando como premisa la realidad de nuestra pluralidad cultural, podemos identificar rasgos identitarios que heredamos de los tres continentes que principalmente integran nuestro acervo, África, América y Europa. Debemos dejar claro que no heredamos de solo una cultura africana, sino de múltiples, yoruba, ashanti, bantú, bereber, congó, fulá y por lo menos otras dieciséis más. Lo mismo sucede con Europa. Nuestra cultura europea es principalmente española, pero tenemos manifestaciones heredadas de portugueses, franceses, corsos, italianos, alemanes, ingleses y otros tantos.

Tampoco podemos hablar de nuestra herencia taína porque investigaciones arqueológicas, antropológicas, históricas y genéticas han descubierto que estos fueron el producto de varias oleadas de emigrantes que llegaron al archipiélago borincano durante diferentes etapas y que, además, los europeos trajeron miembros de otros grupos aborígenes del continente para sustituir a la diezmada población autóctona.  A estas manifestaciones debemos añadirles las olvidadas aportaciones hechas por filipinos, chinos y otros grupos asiáticos traídos a trabajar en la construcción de obras monumentales y la carretera central.

Quedando esto claro, digo, si así usted lo entiende, nos daremos cuenta que somos un grandioso mural antropológico que nos convierte en uno de los pueblos con mayor pluralidad genética y cultural del planeta. Por eso, estudios científicos nos categorizan como la máxima expresión de la humanidad (los más bellos y diversos… perfectos). Si no me cree, lea este artículo “El «humano perfecto» es puertorriqueño, según un estudio” en CNN en español (https://cnnespanol.cnn.com/2014/12/04/el-humano-perfecto-es-puertorriqueno-segun-un-estudio/).

La cultura puertorriqueña debe ser estudiada desde sus múltiples manifestaciones y su constante evolución, siempre identificando los rasgos que la mantienen unida y a la larga constituyen lo que identificamos como puertorriqueñidad. Existen expresiones culturales regionales (norte, sur, este, oeste, montaña, metropolitana), municipales (cada pueblo, barrio y sector tienen identidades propias), comunitarias (cada comunidad se expresa diferente), antropológicas (como lo son los elementos negristas, canarios, corsos, estadounidenses, etcétera) y otras tantas.

El sistema educativo del país, en su nueva campaña de americanización, enajena el estudio de la puertorriqueñidad, minimiza sus múltiples expresiones y degrada sus aportaciones a la cultura universal. Cada año son menos las lecturas y estudios que enfatizan la afirmación identitaria puertorriqueña, las múltiples expresiones de culturales y los grandes hombres y mujeres que con sus esfuerzos han contribuido al desarrollo de la nación y aportado a la humanidad.

Pocos son los centros educativos universitarios donde se enfatizan los estudios culturales puertorriqueños. Las Universidades de Puerto Rico y Ana G. Méndez ofrecen cursos a nivel de licenciatura (bachillerato), pero no un grado, maestrías y doctorados en estudios puertorriqueños.  El Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico tenía hasta hace dos años un curso medular en cultura puertorriqueña, pero lo eliminaron de su currículo académico, tal como lo hicieron con su maestría y doctorado en Estudios Puertorriqueños.

Debe quedar claro, que no me considero un experto en cultura puertorriqueña, pero si un ferviente estudioso que se alardea de amar su cultura y se siente muy orgulloso de gritar a los cuatro vientos ¡SOY BORICUA!

Ahora bien, toda esta recolección informativa solo sirve de preámbulo a una experiencia que me aconteció durante mi última hospitalización. 

Como parte de mi tratamiento tuve que hacerme unos estudios y en uno de estos conocí a una joven de 22 años que me robó el corazón con su dulce hablar y su profundo amor patrio. Es una joven universitaria, se gradúa en mayo, cuyo nombre me reservo por no contar con su autorización.  

Mientras esperaba que llegara la escolta para subirme al cuarto inicié una conversación con la joven profesional sobre temas del momento. Me impresionó su dominio del lenguaje y su afirmación identitaria. Conversamos sobre el nuevo presidente de Estados Unidos, sus políticas y la colonia. Inmerso en esta charla, me llamó poderosamente la atención que pronunciaba el nombre del mandatario en puro castizo (BIDEN no BAIDEN).

Este primer indicio de afirmación identitaria me llevó a profundizar en temas más personales. La joven es natural de Ciales, un pueblo de la montaña. Me comentó que vivía con sus padres, tenía una hermana menor, amaba a su pueblo, no le interesaba mudarse al área metropolitana, estaba agradecida por el trabajo, que le pagaban muy bien y que amaba el olor a tierra mojada.

Una mujer muy hermosa, cabellera morena hasta los hombros, elegante, modesta en su vestir y gestos muy femeninos, pero que no ocultan el carácter fuerte que caracteriza a la puertorriqueña. 

Tiene un hablar pausado, una entonación perfecta en español y un hermoso cantío característico de los hijos de la Cordillera Central.  

Me impresionó su mirada serena, destilaba paz. Los ojos le brillaban cuando hablaba de la tierra, lo importante que es cultivarla y proteger los recursos acuíferos. Ama trabajar en su huerto. Disfruta la paz de la montaña, el canto del coquí y los amaneceres y atardeceres cialeñoseli.

Le gusta la música, los cantos religiosos, pero sobre todo idolatra el sonido del cuatro y las décimas de nuestros aguinaldos.

¡Quedé impactado! Tuve el privilegio de conversar con una jibarita en pleno siglo XXI. En ella observé la belleza de la Patria y escuché su voz firme y segura, ¡Estoy Viva!

Puerto Rico no se rinde. La lucha por la preservación identitaria está manifestándose lejos de la urbe metropolitana y fuera de los centros universitarios. Es hora de subir a la montaña y redescubrir al jíbaro que aún pulula en nuestros campos, ya no cabalga en una jaca baya, pero si se sostiene en los brazos de la Patria y se afirma en su puertorriqueñidad.