¿Ha muerto el reggaetón? [pregunta El Chombo]

Cultura

(Ciudad Panamá, 10:00 a.m.) Las declaraciones del ex-productor musical Rodney S. Clark Donalds, conocido en el mundo de la música y las redes sociales como El Chombo, ha causado una gran controversia (amistosa) dentro del universo de la música urbana en toda América Latina, pero principalmente en la isla del encanto, Puerto Rico. Entre las razones que ha causado un apasionante debate subyacen dos elementos generadores: el nacionalismo romántico y el machismo.

El origen

Es vastamente conocido que el patrón rítmico que da nacimiento a esta música latina nació en los estudios del productor jamaicano Dennis The Menace en la ciudad de New York en 1990. Este productor tomó la base rítmica producida por Robert “Bobby Digital” Dixon para el tema “Dem Bow” del cantante jamaicano Shabba Ranks y le agregó cajas (digitales) repicando que simulaban las bandas independientes (musicales) de Panamá. De esta fusión se generaría el famoso instrumental o base rítmica “Pounder”.

En la misma noche que nació el Pounder grabaron Nando Boom (panameño), en español, y Bobo General & Sleepy Wonder (jamaicanos) en inglés. También, es cierto que otras cuatro bases rítmicas del dance hall se han utilizado desde su origen para producir reggaetón en Panamá como en Puerto Rico y demás países que se sumaron posteriormente.

La principal dificultad para entender qué es reggaetón surgió con el hecho de que los medios y la industria musical asumieron al reggaetón como un género propio, independiente del dance hall, y no como la modalidad en español del subgénero musical dance hall (subgénero del reggae). Indistintamente si los panameños fueron los primeros en producir cantidades enormes de dance hall en español (antes y después del nacimiento del Pounder) y de llevarlo a distintos rincones de América Latina durante toda la década de 1990 (incluyendo a Puerto Rico), los boricuas fueron los que convirtieron esta música en una industria y la exportaron a rincones impensables en sus orígenes. En ese sentido, el reggaetón con la salsa comparte algunas coincidencias históricas. Nació en New York, el nombre es dado por los boricuas (Daddy Yankee y Dj Nelson) y es globalizada por los exponentes de Puerto Rico. No queda la menor duda que los boricuas son los dueños y creadores de la industria que generó el reggaetón y todo su entorno.

El debate

El Chombo, al declarar que el reggaetón había muerto, estaba señalando que la música había dejado su estado original para convertirse en la música hegemónica de la industria musical, pero en un estado de reggae-pop dentro de un nuevo universo urbano (inclusivo), construido por las grandes transnacionales de la música, para cubrir dentro de este universo una infinidad de exponentes de diversos géneros. No que se había dejado de producir, bailar o escuchar. El rechazo a estas sorpresivas declaraciones -de algunos boricuas (ligados a los medios, redes sociales y en menor proporción a propios exponentes)- corresponde a factores subyacentes que generan el nacionalismo y el patriarcado en sus estructuras subjetivas.

El nacionalismo

Al sentir el reggaetón como orgullo nacional y fruto de la creación exclusiva de artistas y productores nacionales, lo vinculan con los elementos propios y distintivos de la identidad nacional. Este sesgo, que no permite ver con claridad la rica historia del dance hall, ha conducido a que muchos realicen defensas -en los medios- de forma apasionada pero poco consistentes e, incluso, deformando las declaraciones primeras. El debate instalado por El Chombo sobre la mesa debería servir más para la reflexión e introspección de la música nacional y latina a treinta años de la aparición del dance hall en español, como patrimonio de la cuenca del caribe, con conexiones que viajan desde New York Hasta Buenos Aires. La ciudad de San Juan podría ser ese lugar perfecto de encuentro para que todos los vinculados a esta música dialoguen al respecto.

El Machismo

El machismo como expresión del sistema patriarcal ha sido fuertemente combatido en los últimos años por los movimientos feministas y colectivos de mujeres en todo el continente. Esta lucha no proyecta en los próximos años sustraerse del debate continental. Su influencia continuará colándose en todos los espacios y dimensiones de la vida social. De esto no se escapa la música. El reggaetón que inició con pronunciadas letras homofóbicas, sexistas y misóginas poco lugar tiene en la América Latina en construcción. La muerte del reggaetón que nos señaló El Chombo, no sólo está vinculada con intereses del capital transnacional de la industria musical sino con la avanzada de las conquistas de las mujeres en todo el continente. La no adaptación de las letras ha representado una muerte progresiva y lo contrario ha significado un acto de sobrevivencia. El mismo machismo que no permite a que propios acepten su nueva condición de reggaetoneros-pop, porque vinculan el término reggaetón con hombría (y la calle) y lo contrario (feminidad) con el término pop, será sepultado en definitiva por las propias revoluciones sociales del continente. Es preferible una readaptación o evolución a los acontecimientos que impulsan los movimientos sociales de Nuestra América. Por el bien de la música y por el bien de la sociedad.