Leer y pensar se me hace muy fácil. Me devoro los libros como si fueran galletas. Buenas y no tan buenas ideas se me ocurren sin cesar. Pero no es tan sencillo traducir esos pensamientos a un escrito. Gracias a El Post Antillano estoy poco a poco desarrollando esa disciplina de escribir todos los dias aunque no siempre llega la musa. A veces lo que llegan son duendes que lo único que quieren es jugar con su papá. De todas formas, lo sufro y me lo disfruto.
En la Antología de Poesía Publicada por la Casa Corretjer, Juan Antonio Corretjer Montes escribe que “a medida que han pasado los años, y francamente hace relativamente poco, me he dado cuenta de que las influencias verdaderas, las más profundas, no son las de estos grandes poetas sino la de aquellos cuya lectura equivalió a un mandato, prácticamente a una orden que nos dijo enérgicamente al oído: Escribe. Y ese mandato ha sido más decisivo en todo poeta, y me pongo a mí mismo por ejemplo, que la de todos esos que a lo largo de los años reconozco como influencias en mi obra, y que yo llamaría mejor asimilaciones, mientras que los poetas del mandato a menudo los pasamos por alto sin darnos cuenta del bien que nos hicieron. En muchas ocasiones no se trata de los poetas consagrados como grandes.
Gracias Carlos por exhortarme a escribir y a conspirar por Puerto Rico. Este es el mayor legado que les dejo a mis hijos. Aspiro a que mis hijos tengan la capacidad de pensar, crear y transmitir sus ideas. Quiero que puedan aprender como esponjas de su entorno y transformar su realidad y la de los suyos con solidaridad y criterio propio. Esperanzas tengo, ya comienzan a desbordar su creatividad en el arte y en su elocuencia. Más aún, por sus venas corre sangre de poeta, bautizados por las aguas puras de los ríos de Ciales, Sebastián Darío y Diego Esteban pueden decir que entre sus ancestros se encuentra el gran poeta nacional Juan Antonio Corretjer Montes.