Enheduanna: autora de la primera obra literaria formada

Cultura

(San Juan, 11:00 a.m.) En el año 2012, Eduardo Galeano publicó un libro titulado Los hijos de los días en el que reunió 366 historias sobre hombres y mujeres. El texto, un original calendario, contiene relatos sobre personajes célebres y otros rescatados del anonimato ordenados desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre. Por las páginas del mes de diciembre transitan personajes tan dispares en el tiempo y el espacio como la dramaturga norteamericana Hallie Flanagan, el poeta satírico barroco Gregorio de Matos, los Premios Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal y Rita Levi Montalcini, Fernando Pessoa el poeta del desasosiego, el activista ambiental Chico Mendes, el tunecino Mohamed Bouazizi vendedor ambulante de frutas y verduras, o la anarquista lituana de origen judío Emma Goldman.

Pero es la fecha del 21 de diciembre la que me interesa comentar hoy:  bajo el título La alegría de decir, Eduardo Galeano nos cuenta la siguiente historia: “De Enheduanna, no se saben los días. Sí se sabe que hace cuatro mil trescientos años, Enheduanna vivió en el reino donde se inventó la escritura, ahora llamado Irak, y ella fue la primera escritora, la primera mujer que firmó sus palabras, y fue también la primera mujer que dictó leyes, y fue astrónoma, sabia en estrellas, y sufrió pena de exilio, y escribiendo cantó a la diosa Inanna, la luna, su protectora, y celebró la dicha de escribir, que es una fiesta, como parir, dar nacimiento, concebir el mundo."

Hace aproximadamente 4300 años como menciona Galeano, vivió Enheduanna, la primera persona en la historia de la humanidad que firma un escrito como autora y marca el inicio de la literatura. Ocurrió aproximadamente 1600 años antes que Homero y 1700 años antes que Safo, una de las pocas voces de mujer que nos ha llegado de la antigüedad. Sin embargo, Enheduanna hoy es una gran desconocida, apenas se habla de ella. Sus textos estuvieron perdidos durante milenios, los especialistas lograron descifrarlos y traducirlos en el siglo XX.

De acuerdo con la investigadora Lilia Cruz, Enheduanna escribió un conjunto de himnos en lengua sumeria y escritura cuneiforme que fueron copiados y reproducidos hasta 500 años después de su muerte.  Algunos críticos creen que su poesía influenció los poemas de Homero, considerados siempre como los primeros textos de la cultura occidental.  Un especialista de su obra, William W. Hallo, quien tradujo al inglés algunos de los textos de la poeta, la denominó la “Shakespeare de la literatura sumeria.” Algunos estudiosos consideran que probablemente fue también la primera mujer matemática y la primera astrónoma, 26 siglos antes de Hipatia. En el 2015 la Unión Astronómica Internacional le dio el nombre de Enheduanna a un cráter del planeta Mercurio en honor a la poeta sumeria.

La primera autora de la historia era hija del rey Sargón I de Acad y fue la sacerdotisa mayor de la deidad lunar Nanna en la ciudad sumeria de Ur, hoy Irak. Su puesto era de gran responsabilidad religiosa y política, ya que ella nombraba también a los mandatarios de la ciudad.  Estuvo envuelta en revueltas políticas, lo que trajo consigo su exilio de Ur y la reinstalación en su puesto más tarde, ambos sucesos narrados en sus textos poéticos. A lo largo de su vida compuso 42 himnos religiosos sobre tablillas de arcilla. La exaltación de Inanna es su poema más conocido. Sus versos están cargados de pasión y sentimientos íntimos y personales, el tema central es la devoción a la diosa Inanna, y contienen también detalles de su expulsión de la ciudad de Ur. La obra de la poeta concluye con una afirmación que no deja duda de su voluntad de permanecer y su conciencia de la originalidad de su labor: “El compilador de las tabletas fue En-hedu-ana. Mi rey, se ha creado algo que nadie ha creado antes”.

La existencia de Enheduanna está confirmada y documentada por hallazgos arqueológicos.  En el 1927, un equipo dirigido por el arqueólogo británico Leonard Woolley encontró un disco de calcita en la ciudad sumeria de Ur en el que estaba escrito en cuneiforme: “Enheduanna, Suma Sacerdotisa, esposa del Dios Nanna, hija de Sargón, Rey del Mundo, en el templo de la diosa Inanna.”

Al igual que Galeano, recientemente la escritora Irene Vallejo incluye a la poeta sumeria en su libro El Infinito en un junco y le dedica las siguientes palabras: “El primer autor del mundo que firma un texto con su propio nombre es una mujer. Mil quinientos años antes que Homero, Enheduanna, poeta y sacerdotisa escribió un conjunto de himnos cuyos ecos resuenan todavía en los Salmos de la Biblia. Los rubricó con orgullo... En su himno más íntimo y recordado revela el secreto de su proceso creativo. Enheduanna fue- que sepamos- la primera persona en describir el misterioso parto de las palabras poéticas.”

Es importante sacar de la bruma del olvido a Enheduanna y darle el protagonismo que se merece al ser la primera autora conocida que tiene conciencia de su individualidad como creadora literaria. Firmó sus escritos con una voluntad clara de dejar huellas, y nosotras las mujeres de hoy le debemos el reconocimiento, que se la conozca y se la honre como la primera autora de la historia de la humanidad orgullosa de su creación literaria.

Como mencioné al comienzo del artículo, Eduardo Galeano eligió el 21 de diciembre, el día que tiene la noche más larga del año en la que ocurre el solsticio de invierno, para presentarnos a Enheduanna, quizás precisamente como un homenaje a la poeta que adoró con mucha devoción a Innana, la diosa Luna. Sin embargo, “La alegría de decir” de Enheduanna se ha visto empañada durante mucho tiempo con una oscuridad que no la ha permitido hacerse visible a pesar de sus versos firmados.

Este mes de marzo en el que se conmemora el día de la mujer trabajadora quiero dedicárselo a la primera mujer a la que se reconoce la autoría de sus textos lo que refleja su deseo de reconocimiento y de conciencia individual en una época en la que apenas se conocían a los creadores literarios ya que los textos eran realizados por escribas anónimos. Parece que Enheduanna presentía el silencio que iba a arropar a las mujeres durante siglos y quiso ser voz, dejar su presencia en la historia grabada en una tablilla de arcilla para que sus herederas supiésemos que otras mujeres antes que nosotras ya habían jugado con la magia creadora del lenguaje. Nos dejó sus escritos como un testimonio solidario que nos hermana. Sus versos la salvaron de la fugacidad y del olvido, ¡Celebrémosla!