(San Juan, 1:00 p.m.) No la conozco. La vi por la televisión explicar porque había agredido a un turista americano. Simplemente, porque su madre, una mujer de 84 años, dio reversa y al hacerlo molesto al turista, su esposa y su pequeña bebe que iba en el cochecito. El turista le increpó a la adulta mayor, y le hirió de palabra y tal parece que la manoteó. Esto fue suficiente para que Muñiz Valiente, de 59 años se bajara del carro, donde era pasajera, y lo agrediera físicamente.
Ojo, que agredir es un delito. Pero agredir a un adulto mayor es también un delito. Por lo tanto, la respuesta de Muñiz Valiente constituye un acto de legítima defensa ante la agresión que sufrió su madre. No lo dije yo. Fue lo que determinó el juez que vio el caso de tres cargos contra la mujer, y quien desestimó los mismo. No causa. Quien se defiende, no incurre en delito.
Muñiz Valiente es la única mujer boricua que se ha expresado abiertamente contra el maltrato que nos imponen los turistas que vienen a la isla. Ojo, que el turista agresor era un hombre blanco. En esta ocasión nada que ver con las turistas afroamericanas. Pero en ambos casos el tema del turismo se ha problematizado en Puerto Rico. Hoy los turistas en general constituyen un problema.
Ahora bien, lo que ha pasado en este caso es que por primera vez se ha puesto sobre la mesa la tensión entre el patriotismo nacionalista y los visitantes. Es momento de no promover campañas xenofóbicas, pero tampoco que nos falten el respeto. Es momento de defender al pueblo de Puerto Rico. Pensemos.