Me contaba mi padre, Emiliano, cubano de nacimiento y cubano a la muerte, que según su memoria, Leónides Trujillo decía, que nadie se resistía a un maletín de $100 mil dolares. Es una anécdota que he escuchado en muchos sitios donde se habla de la dictadura de Trujillo y su capacidad de sobornar personas.
Con ese recuerdo familiar, veo el filme Sacrificio (Dir. Joel Infante, Cuba, 2015). Se trata de un filme hecho para la televisión cubana, el cual no compite con ninguna producción equivalente en Puerto Rico hoy. No obstante, compite muy bien con el cine histórico de la División de Educación a la Comunidad (DIVECO) del Departamento de Educación en Puerto Rico. Tan buena en nuestro momento esa instancia de la industria nacional del cine, como hoy los trabajos que hacen en Cuba para informar a través de la televisión.
Ojo, no es cine panfletario. No es en contra del gobierno de Cuba, y a favor de una ideología capitalista. Por el contrario, es una historia muy sencilla de un problema social común: las relaciones entre el padre ausente y presente y el hijo. A partir de ahí, la historia se confunde con los problemas de salud mental de la abuela, y luego con la incapacidad del padre de ofrecer a su hijo lo que éste a su edad valora como riqueza: tener dinero en efectivo. Es una historia bonita, que lo hace a uno llorar en más de una ocasión.
Al final, como todos los trabajos cubanos que he visto recientemente, el hijo no se reconcilia con su padre; mientras que el hijo ahora padre, sí se reconcilia con su hijo. Al primer padre, el filme y el hijo, no le perdonan que optó por el dinero e irse de Cuba, y abandonar a su hijo. El segundo padre, quien es el hijo, siempre se quedó al lado de su hijo, en las buenas y en las malas.
En fin que es un filme tierno sobre la paternidad el cual corre en dos tiempos. La primera historia en blanco y negro. La segunda historia en colores. Bonita la película. Gratis en las redes sociales. A verla. Es familiar, socialista y solidaria.