La religiosidad en Puerto Rico [del cemí a la cruz]

Cultura

(San Juan, 9:00 a.m.) Puerto Rico es una isla caribeña que ha pasado por diversos cambios en su historia. Uno de los primeros cambios que sufrió nuestro pueblo en términos religiosos fue pasar de un sistema politeísta a uno monoteísta.  Los primeros ritos religiosos de los que se tiene información en el país fueron las creencias religiosas de los llamados taínos. Este pueblo tenía creencias animistas.

La idea del animismo fue desarrollada por el antropólogo Edward Tylor en su libro de 1871 "Cultura primitiva" (EB, 1878) en el que lo definió como "la doctrina general de las almas y otros seres espirituales en general". Según Tylor el animismo a menudo incluye "una idea de penetrar la vida y la voluntad en la naturaleza"; una creencia de que los objetos naturales que no sean humanos tienen alma. Esa formulación fue un poco diferente de la propuesta por Auguste Comte como "fetichismo" pero, los términos ahora tienen significados distintos.

Para los tainos los cemíes eran figuras de piedra, madera, barro o conchas, en forma de cono o triángulo, creados como ofrendas para las fuerzas de la naturaleza. Estos podían representar a sus dioses o a sus antepasados. Cuando recolectaban las cosechas de sus cultivos, las llevaban al cemí en forma de agradecimiento. Este se encontraba en el caney del cacique. También acostumbraban llevarlas al bohío del bohique.

Con la invasión y colonización española el catolicismo llega a Puerto Rico en el siglo XVI. La sociedad puertorriqueña presenta una cultura moldeada por la religión católica. El Dr. Miguel Rubero Reyes en su tesis doctoral, La religión católica en la sociedad puertorriqueña su relación con la política y la economía(2013)  explica  que el dominio colonial español durante cuatro siglos llevó a cabo una política de exclusividad religiosa, donde situó al catolicismo en una posición de gran privilegio y poder para imponerse en la sociedad puertorriqueña. Para mantener el monopolio y la pureza de la religión católica se implantaron fuertes medidas tendentes a erradicar las creencias indígenas, además de la prohibición de la entrada de judíos, musulmanes y protestantes en la Isla. Al llegar los españoles a conquistar la Isla del taíno Boriquén, al despuntar el siglo XVI, doblegaron a los indios. Al hacerlo suprimieron su credo taíno. Dejaron los dioses taínos de encarnar en la realidad boriqueña. Dejó de ser la Isla imagen plástica de las vivencias religiosas de los taínos.


Rubero Reyes afirma que la Iglesia, como legítima representante del catolicismo, no tenía una plataforma firme entre la población campesina, pero la religiosidad popular era sumamente vigorosa, y se desarrolló a su propio ritmo, y con sus propios recursos. Se nutrió de diversos elementos, que fueron integrados en un sistema coherente de creencias. Así, la influencia indígena, los elementos de la tradición africana, se integraron a las creencias espiritistas provenientes de Europa; e hicieron su entrada y encontraron cabida en una mentalidad religiosa siempre hospitalaria de nuevos elementos. Entre la jerarquía y el pueblo puertorriqueño siempre ha existido una barrera.Como no existió un puente que enlazara al catolicismo popular con el catolicismo teológico, tampoco lo hubo entre la jerarquía y el pueblo.

En la religiosidad popular se nutre del ingenio y la creatividad de los campesinos. Por ejemplo, los campesinos vieron las imágenes en las iglesias y como no tenían el dinero para adquirirlos empezaron a realizar la talla de santos que todavía persiste hoy.

En el siglo XIX, cuando el mundo se enfrenta a la erradicación de la esclavitud, la Iglesia atacó la abolición con principios teológicos que demostraban que era querida por Dios. Buscaron darle un significado divino que justificara la defensa de la inhumana esclavitud. En el mismo siglo XIX, algunos sacerdotes formaron parte de las juntas anti jornaleras. Cuando las ideas de vanguardia tocaban en las mentes rectoras de la sociedad puertorriqueña, allí estaba la Iglesia persiguiendo a los intelectuales. Cuando el liberalismo progresista del autonomismo y el nacionalismo buscaron abrir puertas hacia el progreso ideológico y económico allí estuvo la Iglesia cerrándolas; porque el catolicismo es la religión de la metrópoli española. Si los puertorriqueños se independizaban ponían en peligro la hegemonía de la Iglesia.

La religión aparece, también en el caso de Puerto Rico como agente dinamizador del conflicto y el cambio socio-político. El cambio político se fue realizando, pero, la guerra hispano-cubana-estadounidense impidió el proceso.

La invasión y ocupación de Puerto Rico, por parte de Estados Unidos en 1898, estuvo precedida por componentes ideológicos del expansionismo. El complejo ideológico conjugaba en una forma coherente los intereses religiosos con los económicos y militares, para proyectar un sentido de misión en la carrera expansionista estadounidense. Del mismo modo que cuatro siglos antes los españoles se habían sentido escogidos por Dios para llevar la civilización y la fe católica a las nuevas tierras y pueblos de América, los estadounidenses de fines del siglo XIX veían como un mandato divino el extender su dominio sobre otros territorios. Pero en este caso, para llevar a esos pueblos la democracia estadounidense y el cristianismo protestante. La expansión política y militar se veía como condición evangelizadora, y de la civilización que Dios impuso a los Estados Unidos y a la raza anglosajona. La existencia de una teología de carácter expansionista, manifestada en las concepciones y prácticas misioneras de la época, “legitimó” la invasión, hasta el punto de “sacralizar” el movimiento imperialista de expansión económica y militar de Estados Unidos a Puerto Rico, Cuba y Filipinas durante la guerra. Podemos hablar entonces de la dimensión ideológico de carácter imperialista en la teología de la época y de una ideología político-religiosa de la invasión de 1898.

Tras la invasión y ocupación estadounidense, todo lo concerniente a lo político económico y sociocultural, trajo consigo un trauma en la población, lo que suscitó espontáneamente el movimiento de los Hermanos Cheos. Fue la respuesta, expresada en el lenguaje de la religión popular, que dio el campesinado del centro de la Isla a esta situación. Este estado de cosas se percibía como una amenaza de destrucción de la sociedad y cultura puertorriqueña. El campesinado católico Cheo fue el muro de contención contra la invasión protestante, ya que al terminar el dominio colonial español, la Iglesia Católica quedó indefensa y diezmada con la salida del clero español. En 1898, cuando la nueva metrópoli colonizadora comenzó a desmantelar la sociedad de la Gran Familia Puertorriqueña para instrumentar su cultura estadounidense, emergió el Movimiento Mesiánico Hermanos Cheo para darle un sentido, un valor religioso a la sociedad en crisis. Vinieron los Cheo a salvar el catolicismo popular.

El catolicismo norteamericano no pudo ocupar el lugar que le hubiera correspondido en Puerto Rico, por no representar la ideología y cultura de la clase capitalista hegemónica en los Estados Unidos. De ahí, que las misiones protestantes vinieran a ocupar un lugar destacado en las políticas de la metrópoli. Las misiones y el sistema de educación pública se convirtieron en instrumentos para reproducir el capital ideológico cultural importado. Durante la incumbencia de los obispos estadounidenses en Puerto Rico, la Iglesia Católica rechazó al independentismo y al nacionalismo, y colaboró con la asimilación estadounidense. Sin darse cuenta, al promover la americanización de Puerto Rico, promovía el protestantismo, porque el protestantismo es la religión que legitima al pensamiento estadounidense. Lo que significa que la Iglesia, sin proponérselo quizá, era pro estadounidense al promover el “antipuertorriqueñismo” y el anti nacionalismo. Se cavaba su propia tumba al perseguir y sofocar el espíritu puertorriqueñista y nacionalista. El pueblo puertorriqueño se iba americanizando, y se iba a su vez “protestantizando”. Con la decadencia de la lucha independentista y el espíritu nacionalista, vino la decadencia del catolicismo. La crisis y el grito de la Iglesia en 1960, que la llevó a entrar en la política activa con su propio partido, coincidió con la crisis del independentismo, que desde los treinta hasta los sesenta era la mente rectora de la política, y en el mismo año de 1960 pasó a ser una minoría numéricamente insignificante. En el mismo año fue el grito independentista que hizo emerger al Movimiento Pro Independencia con la mentalidad radical. Independentismo y catolicismo eran correspondientes desde 1898 hasta los sesenta, porque eran producto de una misma sociedad. La sociedad que dio origen al independentismo estaba modelada por el catolicismo. Sin llegar a identificarnos, sin más, con la tesis de Schelling, que sostiene que religión y nación son realidades homólogas, o mejor dicho, que la nación, que el sentimiento nacionalista, emerge de la religión, que es imposible pensar una sin la otra, sí advertimos que el catolicismo y el nacionalismo puertorriqueño han corrido paralelos. Fue la jerarquía católica con obispos estadounidenses, como clase dirigente, como elite, la que fue pro estadounidense. La Iglesia fue la que no se “puertorriqueñizó” porque fue  siempre extranjera. Al “puertorriqueñizarse” con Luís Muñoz Marín, lo hizo, pero con la mentalidad anexionista y asimilista. Una jerarquía puertorriqueña, pero con mentalidad pro estadounidense. Lo mismo que sucede en la clase política dirigente.

Son puertorriqueños, pero con orgullo de ser colonizados. En los momentos de la pasión y muerte de la sociedad tradicional modelada por el catolicismo, surge otro mito: apareció la Virgen en el barrio Rincón de Sabana Grande. La Madre espiritual del catolicismo universal se hace presente en un barrio puertorriqueño en el momento en que el pueblo se enfrentaba al inevitable cambio de sociedad. En los instantes en que el pueblo se enfrentaba a la desaparición de su tradición, vivió y sintió la presencia de la Virgen en Sabana Grande. No sólo en Sabana Grande, porque la prensa registró la manifestación.

Lo importante de todos estos datos es que los boricuas son personas creyentes que doblan rodilla cuando tienen que doblarla. Ser boricua implica ser bondadoso y ser servicial desde que cargaba el cemí y siguió siendo igual con la cruz.

Cambiamos el cemí por la cruz invasiva del colonialismo del país dominador.