(San Juan, 9:00 a.m.) Las flores calman el espíritu y le dan color a la vida. Ese pensamiento lo convertí en mi entretenimiento del fin de semana. Buscando una actividad diferente a realizar se me ocurrió salir a ver los robles por las diversas comunidades de mi querido pueblo de Cayey.
Entre los colores de robles que encontré en Cayey estuvieron los amarillos y los rosas. Los amarillos al mirarlos nos dan mucha paz. La luz, el calor, y el poder dador del sol están simbolizados por el amarillo. Por su asociación con el Sol, el amarillo se ha convertido en un símbolo de la capacidad de ver, de elevarse por encima de todo, contemplar y comprender. Es el color de la alegría, el optimismo y la energía. En un tono pálido, es lúgubre y representa preocupación, deterioro, enfermedad, envidia o celos. El amarillo claro representa inteligencia, originalidad y alegría.
Al continuar el recorrido observando robles, los rosados también aparecieron. Estos evocaron en mí mucha calma. En términos generales el color rosado se identifica con lo femenino, expresa cariño, protección y positividad. El color rosado tiene mayor asociación con aspectos positivos que con aspectos negativos, de allí que se le vincule también con los sentimientos de cariño, amor, generosidad y con la amabilidad. El color rosa se ha relacionado tradicionalmente con lo etéreo, lo dulce y lo agradable, el amor, la ternura y la inocencia. Así mismo se ha asociado al optimismo, lo que vemos, por ejemplo en frases como “todo es color rosa”.
Por otro lado, en el catolicismo, el color rosa se ha utilizado para representar alegría, y en algunos países también de occidente, el uso político del rosa o del rojo claro simboliza el socialismo.
Además, el color rosa en algunos países orientales como Japón tiene una asociación con el erotismo, mientras que en Europa occidental se relaciona con las novelas y las historias románticas, así como con el entorno privado y la intimidad. Por su parte, en el feng shui (que relacionan los colores con actividades cotidianas), el color rosa se encuentra vinculado al matrimonio y los vínculos afectivos.
Al regresar a mi hogar me empecé a cuestionar sobre el origen del Roble; de dónde viene y si existirán otros colores.
El roble es un árbol con majestuosa presencia, conocido desde la antigüedad y en algunas culturas respetado como un árbol sagrado. Posee incontables propiedades medicinales, su madera es preferida en carpintería, ebanistería, y construcción de barriles para la conservación del vino.
El roble es un árbol caducifolio mediano, que alcanza los 60 pies de alto, con tronco de 2 pies de diámetro. El árbol es nativo de las Antillas y de Honduras (Islas del Cisne). Ha sido introducido a la Florida, a través de Latinoamérica, a Canarias, Hawái y muchas islas del Pacífico.
En Puerto Rico hay varias especies de roble. Algunas ocurren en Puerto Rico como parte de su distribución natural (son nativas o endémicas) y otras han sido introducidas por la mano del hombre como árboles ornamentales. El Roble Amarillo (Tecoma stans) y el Roble Venezolano (Tabebuia rosea) son especies introducidas comunes en jardines y áreas urbanas. El Roble Blanco (Tabebuia heterophylla) es una especie nativa que, a pesar de ser utilizado como ornamento, se encuentra en bosques a través de toda la isla y no depende del ser humano para propagarse. Es a este último que le dedico el resto de esta entrada.
El Roble Blanco es un árbol pequeño a mediano, que puede alcanzar 60 pies de altura. Su corteza es áspera y color castaño y su crecimiento es vertical y columnar. En primavera, sus ramilletes de flores rosadas lo distinguen de otros elementos del paisaje.
Las hojas del Roble Blanco son caedizas y compuestas, cada una formada por 5 hojuelas. Las mismas son susceptibles a varias enfermedades, la más evidente siendo su deformación por áfidos, pequeños insectos de cuerpo blando. Una gran cantidad de plantas nativas y exóticas son infectadas por estos minúsculos insectos en Puerto Rico y otras partes del Mundo, posiblemente afectando su capacidad de desarrollarse y sobrevivir. Además, estos pueden transmitir virus que pueden ser mortales a las plantas. (Sí, las plantas también son infectadas por virus).
En Cayey tenemos una zona que se llama la Robleada, este año sus árboles no han florecido aún. En las montañas de la Sierra de Cayey, en la zona central de Puerto Rico, donde la altura y la vegetación hacen la temperatura más fresquita, se levanta majestuosa el área protegida La Robleda.
Es una finca privada de 262 cuerdas (acres) con una gran riqueza ecológica.
En La Robleda se han identificado 89 especies de plantas, 34 de aves, siete de reptiles, seis de anfibios, dos especies de mamíferos y 24 invertebrados. Estos grupos suman 151 especies de las cuales siete están identificados como elementos críticos por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA).
Los dueños han donado la totalidad de la finca al Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico (Para la Naturaleza) para ser protegida como un área de conservación para el disfrute de futuras generaciones.
Se llama La Robleda por el bosque de robles nativos que adornan sus laderas con sus flores rosadas tan pálidas que parecen blancas o tan subidas de tono que se acercan al violeta. El bosque de robles sobrepasa los mil ejemplares que florecen en ocasiones hasta dos veces al año.
Disfrutemos la naturaleza de nuestra hermosa Isla. Si el stress te abruma observa el colorido de nuestros árboles.