Sentir el Referéndum

Política

Una interpretación reduccionista de la lucha en defensa del derecho absoluto a la fianza y en contra de la disminución de la representación política en la legislatura, fue definir la contienda como una entre los que usaban la razón y el análisis versus los que argumentaban desde las emociones. El que escribe este artículo también cayó en esa visión un tanto simplista y binaria del asunto. Hay que reconocer que las distintas respuestas desde el pluriverso fragmentado que llamamos la(s) izquierda(s) en Puerto Rico si bien, en ‘teoría’, despachaba las respuestas desde las emociones que aducían a los que favorecían el Sí, eran en ocasiones ciegos a la cantidad de emociones que brotaban de sus argumentos preñados de indignación, coraje, furia, entre otras pasiones.

Las emociones, que duda cabe, son parte integral de toda lucha política y de la vida toda. Sin embargo ‘la izquierda’ (si me permiten la generalización) aunque en las pasadas cuatro décadas ha tomado en serio los análisis del cuerpo, el deseo y la sexualidad, entre otras dimensiones de nuestra experiencia humana, lo ha hecho desde una perspectiva tan sesuda, tan híper-concentrada en el ‘pensar’, que ha desplazado la importancia del sentir como factor de organización política. En otras palabras: no basta con tener ‘la razón’, tampoco con demostrar los argumentos empírica y convincentemente. Hay que también arrastrar con el ejemplo, con las emociones, con las pasiones, con el deseo, con la poesía y la belleza, también con el sufrimiento, la indignación y el coraje.

Esto la derecha lo ha entendido siempre. Los casos del fascismo y el nazismo son clásicos. No es que no haya habido pasión en la lucha a favor del No (todo lo contrario, es precisamente lo que quiero resaltar para que sea parte de mayores análisis y estrategias futuras) ni en las izquierdas: precisamente las revoluciones sociales son partos de pasión, pues sus movimientos están preñados de emociones. Sin embargo, parecería que a la hora de reflexionar sobre los logros como la victoria en el Referéndum, solemos concluir que ‘venció la razón’ sin más, que el pueblo es ‘sabio’, que la gente no es ‘morona’ (aunque ya muchos juraban que sí lo eran y que por eso perderíamos).

Con esto no digo que hay que manipular las emociones como hacen los regímenes totalitarios o como lo hace el imperio del Capital con todos nosotros a todas horas del día y la noche. Más bien lo que pretendo con esta corta reflexión es lanzar la pregunta de cómo podemos tomar más ‘en serio’, o mejor, cómo podemos sentir más, o aun más preciso: cómo asumir y practicar la unión del pensar-sentir conscientemente, reconocerla e incentivarla sin hipertrofiar la primera ‘separándola’ de la otra. No hay que ser un etnógrafo para ver que muchos de los que más escriben desde la teoría de pensamiento crítico innumerables veces son sumamente distantes y anti-páticos con el sufrimiento alrededor, y no sufren o celebran junto a otros en el proceso de lucha, en parte por que han separado en la práctica el sentir más acá del pensamiento y la frustración.

Sentir el Referéndum en ese sentido significa no solo reflexionar sobre qué hizo posible esta victoria socio-política sino también profundizar en la compasión, la alegría y la esperanza para seguir imaginando-sintiendo-sufriendo-celebrando-creando el/los Puerto Rico(s) solidario-democrático-justo que deseamos. Si bien problematizamos la falsas dicotomías del pensamiento binario, asumamos la vida en toda su riqueza y démosle el reconocimiento y espacio que el sentir tiene. Celebrar no solo la victoria de la razón y la ‘verdad’, sino también la indignación, el coraje, la poesía, la creatividad, el deseo de la solidaridad, es tarea presente.