Puerto Rico: un país florido [¿Por qué desaparecer, por qué anexarnos?]

Caribe Hoy

Puerto Rico es un país florido y colorido por muchas cosas. El verde de sus montes y campos, los rojos y amarillos de sus flores y fauna, y el azul del cielo y su reflejo en el mar son parte de nuestro arcoíris de colores.  Sin embargo, somos también floridos y coloridos por nuestra idiosincrasia y nuestra política.

Me intriga ese pensamiento anexionista que es resultado de los muchos años de colonización. Anexión se define como “la unión de una cosa a otra, de la que deriva o depende, especialmente de un Estado o de una parte de su territorio a otro”.  A su vez, el termino “dependencia” se define como un estado mental y físico patológico en que una persona necesita un determinado estimulo para lograr una sensación de bienestar.” Cuando digo que Puerto Rico es un país florido me refiero a que nuestro estilo de hacer política viene adornado de estilos retóricos. Ello porque en la política es común usar un estilo de hablar o escribir rebuscado y artificioso para inducir a engaño o fabricar percepciones o imágenes que no son reales.

El Partido Nuevo Progresista (PNP) y los estadistas buscan la anexión como forma de dependencia con Estados Unidos.  Se puede pensar que éstos padecen de un estado patológico donde solo perciben completo a Puerto Rico si estamos unidos al colono.  En sentido contrario, no estar unidos al colono es ver y sentir al país incompleto e inferior. Pensarse que, sin un “hermano mayor” o sin supervisión no podemos hacer las cosas bien, es un pensamiento que viene de la opresión. Es curioso, que cuando Estados Unidos estaba en la guerra civil para liberarse de Inglaterra, su reclamo era tener libertad.  Así el grito de hecho por Patric Henri de “denme libertad o denme la muerte”, se hizo famoso. En Puerto Rico, hacer un reclamo de libertad o muerte, como lo hizo Patrick Henry, es un reclamo pecaminoso punible con persecución y cárcel.  Sin embargo, la libertad debe ser lo natural, no la opresión o el control de un conquistador.

En la retórica de la política vigente, el gobernador de turno y el PNP han creado un discurso para manipular y reclamar que en las pasadas elecciones el pueblo dio un mandato para que se buscara la estadidad.  Realmente, aunque en las pasadas elecciones el “ganó” la opción del sí a la estadidad, lo cierto es, que ese llamado plebiscito y sus resultados, no fueron preclaros como pretende transmitir el sector estadista.  Sabemos que la asistencia a las urnas fue baja comparada con la historia y trayectoria de votaciones que por años ha tenido el país. Sabemos que la pandemia afectó la asistencia de los votantes. Sabemos que el PNP, aprovechándose de la pandemia, en cuartos oscuros cambiaron la ley electoral para favorecer sus posturas y manipular resultados. Sabemos los problemas que hubo con los votos por correo, el voto de los encamados, el voto de los que llaman por teléfono, los problemas con los maletines perdidos y un sinfín de más problemas que hicieron de la elección pasada una dudosa en muchos sentidos.  La retórica florida caracteriza a los políticos que persiguen conseguir resultados a base del arte de la manipulación y el engaño.

Hoy como parte de esta ilusión engañosa, se lleva a cabo una “elección especial” para elegir seis delegados congresionales (2 para el Senado y 4 para la Cámara de Representantes) que el PNP impone para “diz-que” representarnos en Washington para cabildear por la fórmula de estadidad que busca impulsar Jennifer González. Esto a un costo económico altísimo para una isla que todavía está bajo la sindicatura de una Junta de Control Fiscal impuesta por Estados Unidos. Amén de los costos astronómicos que esa Junta tiene para el pueblo de Puerto Rico.  Y como “cherry para el frosting”, Ricardo Roselló Nevárez, el gobernador que el pueblo sacó “a patadas” de la Fortaleza, pidió un voto directo para él.  Díganme ustedes si vivimos o no en un país florido.