Catarsis

Caribe Imaginado

Su manifestación de alegría se escuchó en todo el barrio a eso de las seis de la mañana. El grito fue tan fuerte, que después pensó que los vecinos creerían,que su marido la estaba maltratando. Ese grito salía,desde lo más profundo de su corazón, porque a pesar de todo, cumplió con su trabajo cabalmente. No faltó a sus clases, ni siquiera el 15 de abril, aunque el día antes, le habían puesto la segunda dosis de la vacunaModerna. Desde la cama, adolorida, tomando pastillas, observaba a los estudiantes contestando su examen y hasta hizo sus horas de oficina. Muchos compañeros le decían: “Cuando llegues a Catedrática verás que cogerás las cosas relax y entenderás que esto es para treinta años.” Se prometió que jamás asumiría esa actitud derrotista, porque si por lo menos a un estudiante le gustaba su clase, había salvado una persona del mundo de la ignorancia. Se levantó de la cama; estiró las extremidades y respiró a nivel consciente, porque era un acto de liberación, por eso Aristóteles decía que: “El aire es tu alimento y tu medicamento.”

Cepilló sus dientes y tomó una ducha con agua caliente porque servía para calmar el estrés. Buscó en su armario qué ropa ponerse y se cambió tres veces. Optó por un traje casual blanco, que acompañó con un colorido collar que su hermana le había regalado. Luego de humectar la piel, se pasó en el rostro su base preferida Double Wear Tawny de Estée Lauder. A su edad, las líneas de la frente y las patas de gallo empezaban a notarse, por eso había que cubrirlasbien. Con una brocha profesional, selló el maquillaje con polvo translúcido. Añadió un poco de rubor de tono coral de la misma línea de cosméticos. Para los ojos seleccionó la paleta de colores tierra Urban Decayy en los labios, prefirió el tono Yum-Yum de la compañía Mac, que es rosado como el Pepto Bismol.El rito incluía arreglarse el cabello, aunque sabía que era para sentirse bien con ella misma, porque los estudiantes no encendían las cámaras. Estaba alegrey se reflejaba en su rostro; era el último día de clases de un semestre muy difícil. Por fin, se liberó de sus tensiones con aquel grito al amanecer, que como el de Edvard Munch, lograba sacarle del pecho la angustia, la tristeza, los malos pensamientos que no conducen a un buen camino. Su grito catártico fue una purificación emocional y corporal, que la ayudó a desconectarse del mundo académico para poder dedicarle tiempo a sus escritos.