(San Juan, 9:00 a.m.) El gobernador de turno, Pedro Pierluisi, nos anunció el pasado jueves, que el toque de queda que nos ha acompañado durante los pasados 15 meses, llega hoy a su fin. Lo celebramos. Pero también nos anuncian, que los seis cabilderos electos, entre otros el controversial Ricardo Rosselló, van a recibir un sueldo del gobierno de Puerto Rico para “merodear” en el Congreso, pues son ciudadanos privados sin ninguna función pública autorizada.
Esta es nuestra nueva normalidad: libertad personal ante un gobierno que en cada uno de sus actos profundiza en el mal gobierno, la mala utilización de los fondos públicos, y en la cultura de la corrupción ligera, la cual ya nadie protesta, pero que no deja de sorprender. ¿Alguien sabe qué van a hacer esos cabilderos desde las gradas?
Mientras todo esto pasa, el contrato de la privatizadora de la distribución de la energía se ha otorgado a la empresa Luma. La generación de electricidad sigue en manos de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), pero la distribución ahora cambia de manos y de dueño. Lo interesante es que en este proceso, las dudas del país son mayores que las respuestas que nos ofrece el gobierno. Es un asunto problemático, pero la gente se opone a la privatización de los servicios públicos esenciales, no obstante su defensa de la AEE es limitada, por decir lo mínimo.
El hilo vinculante entre unos cabilderos de pasarela (estarán desfilando por el Congreso, como otros cabilderos más), junto a la privatizadora Luma, nos fuerza a tomar postura. En nuestra nueva realidad que hoy se inicia, donde el gobernador Pierluisi ha permitido actividades deportivas, sociales y de entretenimiento, la protesta social se tiene que incluir. Es momento de salir a la calle y volver a protestar. Aún estamos a tiempo de detener la destrucción del país. Pensemos.