Crónicas cerveceras

Cultura

(San Juan, 11:00 a.m.)  Me doy un trago de equilibrio y claridades. El amigo, que atiende, me dice con un dejo de hombre frustrado: Medalla?; y yo con el amor que le tengo a los amigos cuando beben; le digo: tú sabes.  El imberbe se dio cuenta que la vida es como una codorniz: pequeña e inaprensible. Llegan los bebedores, los jodedores, los pendejos y la escorrentía. Es el alma del barrio y su equipaje.  La tarde está lluviosa y el dueño del negocio se siente cómodo en su alacrán de vida. Le pregunto al barman, qué debo.

Es un colmadillo de barrio, sin nombre; no tiene rótulo. El nombre es onomatopéyicamente Héctor. Cavilo, miro en derredor y todos hablan de las estadísticas del Covid-19. El lugar es de machos. Las mujeres entran, compran y salen. Un territorio de sementales. Se sienten con la autoridad que le dan las dos quenepas.

Pido una Medalla y la sueno con el dedo índice de la prueba exigente. Está tímida, le digo. No me contesta. Hay un periódico abierto en la barra que dice, en la parte de las noticias locales, que un individuo robó aguacates y papayas. Cien mil dólares de fianza. Digo: carajo, se equivocó la jueza?  Pues no se equivocó. Esa es la justicia en esta colonia.

Pido otra Medalla, porque beber cerveza del país, te abre la puerta que tiene la indignación del pueblo. Tengo una lista larga de corruptos y alcahuetes que le ha ido de playa y langostinos. Me reclino en la silla destartalada y me pasa, el abejón podrido de los canallas. Juliaaaa.....Keleher; saliste de perilla. Llega un cliente vociferante y me ofrece un trago. Me hago el desentendido, con ese recato que tenemos los pobres; pero el amortiguador de soledades, insiste. Le digo: casi salivando como los perros de Pávlov: me la doy. Oigo por la radio que volvió la ONU y falló a favor de Cuba.

      No más bloqueo. Biden, el mongo, da una carrerilla en la tarima. El anciano ¿promete?. Anthony Fauci lo mira, desde su lejana oficina, con un dejo de asuntos pendientes. Kamala Harris le dice a Pedro: te vas a caer de la mula como Saulo. Ni te lo pienses. El imperio es una oruga que se ha acostumbrado a la infalibilidad del Papa.