El Cuervo

Creativo

En la madrugada, el eco de los sueños puede tornarse en graznido de cuervos. Lucas se revuelca en la cama. Los gritos del infernal pajarraco devoran sus recuerdos. Comienza a rendirse esperando por su novia María, que permanece en la capital terminando su tesis.  Los sueños de ella compiten con los de Lucas, quien teme a la soledad en tal extremo, que su mente comienza a filtrarse a través de pequeños rotos, rellenándose de interferencias y silencios. A María le queda un mes para presentar la tesis, pero le envía cada noche un mensaje de amor y alguna anécdota. Él responde enamorado junto a largos mensajes recomendándole libros, pero sus palabras se reducen paulatinamente.

“Tardaste mucho en regresar, mami”. “Lucas, soy María”. Ella recordó que él le había contado que de niño su mamá lo abandonó, que soñaba que distintas aves portaban mensajes de ella en sus cantos. Con el tiempo, dejó de soñarlas, hasta que María partió a terminar su tesis, pero acababa de regresar. “¿Escuchas al cuervo?” “Lucas, no te entiendo”.  “El cuervo… yo…”. “No veo nada, amor…”. Calló ante el ruidoso aleteo de una sombra, atravesando la ventana. Sorprendida cogió una pluma del piso, al volver la vista, la recámara estaba repleta de plumas. Lucas había desaparecido.