La cuestión Ricky

Política

El caso del Dr. Ricardo Roselló Nevárez, Ricky, no es novel en el sistema de educación superior pública de Puerto Rico. Es decir, su conversión rápida en Catedrático Auxiliar y la publicación de su libro por parte de la Editorial de la Universidad de Puerto Rico ciertamente se han dado en condiciones irregulares, pero no son las únicas irregularidades que en el sistema ocurren. ¿Cuántos estarán en la misma posición o en situaciones similares que Ricky en este momento en la UPR? ¡Muchos y Muchas!

Roselló es uno más que se ha beneficiado de los traqueteos institucionales que en la Universidad de Puerto Rico operan diariamente. Sin querer que se me entienda como un defensor de Roselló, es necesario que no se tome su caso como uno de carácter exclusivo. Todos los semestres, como profesor universitario, me llegan noticias de diversas procedencias acerca de colegas que se han incorporado a los grupos de trabajo de los diferentes departamentos en cualquiera de las unidades del sistema en forma de paracaidistas. Definitivamente, Ricky disfruta de la suerte de apellidarse Roselló, así como muchos(as) han disfrutado de la suerte de contar con ayudas más allá de las regulaciones institucionales que les han acelerado los pasos de entrada a la UPR.

Lo anterior es lamentable, pero no por ello debe agarrarse un solo caso y desde ahí arremeter en contra del beneficiado por el hecho de haberse visto favorecido por una institución despiadada y mezquina como lo es la UPR. El de Roselló y otros(as) han sido ejemplos de lo que se acaba de expresar. Sin embargo, existen muchos otros casos de personas que llevan bastante tiempo con contratos a tiempo parcial, ganando mucho menos que otros colegas a tiempo completo o con plazas y haciendo más trabajo. Por ejemplo, es notorio que muchos(as) profesores(as) tienen que aceptar clases a tiempo parcial en varias universidades al mismo tiempo para poder ganar aquello que, aunque no es lo que satisface sus necesidades, ciertamente es mejor que recibir nada. Esos casos son numerosos.

Por otro lado, es también notorio que muchos(as) de los(as) docentes que poseen todas las ventajas y bondades de un sistema tal como el de la UPR, en vez de trabajar como se espera de ellos(as), es decir, haciendo investigaciones, ofreciendo conferencias y realizando publicaciones periódicas, se dedican todo tipo a actividades que en nada aportan al desarrollo de un sistema de educación pública superior de calidad y prestigio. Mientras eso ocurre, hay muchos(as) que esperan el día de su suerte pensando que en algún momento se abrirá una grieta a través de la cual podrán acceder a posiciones más justas de trabajo. ¿Cuántas plazas justamente ganadas han sido aguantadas en su otorgación por la “falta de presupuesto”? ¡Varias!

En fin, es evidente que “no hay presupuesto” para algunas, pero para otras sobran las facilidades y voluntades. Esto es una desgracia. Sanear ese sistema deberá conllevar, a su vez, investigar a fondo y sin concesiones las instancias de poder que van desde los comités de personal departamentales, pasando por los comités de personal de facultades, por decanos, rectores, la Junta de Síndicos y hasta el mismo presidente de la UPR. La cuestión Ricky ha ayudado a hacer notoria una mala costumbre que de otra forma a no mucha gente se le hubiera ocurrido discutir en los medios de comunicación de mayor difusión en Puerto Rico. La cuestión Ricky es sólo la parte visible de toda una gama de irregularidades que desde hace mucho tiempo han tomado un carácter de inherente en el funcionamiento de la UPR como sistema.