(San Juan, 11:00 a.m.) Cuando lo conocí, aún era muy pequeño. Mi padre, Emiliano (1921-2010), era un gran conocedor de la música caribeña. Siempre me habló de la música de él. Mientras, mi madre (1031 a 2020), lo conocía poco. No obstante, el Caribe me lo trajo a mi hogar, allí en Guaynabo, Puerto Rico, directito desde la República Dominicana.El famoso "Caballo Negro" llegó a mi hogar en un momento donde la música era lo único que había. Mi padre había boicoteado la televisión, nos suprimió del "aparato" y lo único que teníamos era un tocadisco, luego toca-cassettes y finalmente toca cedes (CD). En cualquier formato lo escuché. Ahora a su muerte, todo se tornó en un recuerdo, el cual me vino a la mente de forma súbita.La música caribeña, altamente bailada, ha sido relativamente bailada. En esa medida, recordar al músico, político, gestor cultura, y más que nada patriota dominicano, es vivir en el Caribe. Lo recuerdo porque fue siempre un buen músico, que supo opinar correctamente cuando lo debió hacer, y más que nada, porque siempre pensó la vida a partir de lo que él mismo fue: un hombre negro de origen humilde con un alto sentido musical. Hoy a su muerte, la de Juan Ventura, mejor conocido como Johnny Ventura, lo recuerdo. Bailo al son del " caballo negro", y lo vuelvo a bailar. Y lo seguiré bailando, mientras sea necesario. !Que viva Johnny Ventura, que viva!