!Viva Jasmine Camacho-Quinn!

Cultura

(San Juan, 10:00 a.m.) Anoche de nuevo derrame una lagrimita, tal como lo hice cuando hace cinco años lo hice por el triunfo de oro que tuvo la tenista Mónica Puig. Esta vez fue el triunfo de oro de Jasmine Camacho-Quinn en el evento de 100 metros con vallas en las Olimpiadas de Japón.

Preguntaran algunos por qué es esto si esa mujer es criada en North Carolina e hizo su carrera en la Universidad de Kentucky. El hecho de que su madre es puertorriqueña tiene tanto y tanto peso. La joven Jasmine tenía su cuarto en su dormitorio de universidad repleto de banderas de Puerto Rico, y es así como el Comité Olímpico de Puerto Rico dio con ella a instancias de una entrenadora.

El término diáspora es problemático. Algunos dicen que es inapropiado referirse a la diáspora de Puerto Rico vis a vis la diaspora hebrea a través del mundo. Esto me trae a la mente lo que dice el escritor Robert Friedman al señalar las coincidencias entre el pueblo hebreo y el puertorriqueño. Piénselo, somos los dos en una manera u otra errantes o nómadas, pero el judío nunca niega que es judío y el boricua nunca niega que es boricua.

Políticamente, no somos una nación, pero eso es lo único que nos falta. Escuché esta noche a una de estas personas, rara vez iluminadas, que llama a las estaciones radiales decir que no entendía el afán de los puertorriqueños de saltar de alegría cuando una persona que se considera boricua trae alegría a nuestro deporte. Decía este infeliz que “nosotros estamos muy bien representados por los Estados Unidos”. Que me perdonen pero lo primero que solté por la boca fue !desgracia’o!”

La cepa cultura puertorriqueña arrastra hasta a un elefante, y el que no entienda eso está enfermo.