Jasmine  llegó, mientras los EE.UU. se van corriendo [desastrosamente] de Afganistán

Economia Solidaria

En el día de hoy,  Jasmine Camacho-Quinn llegó a Puerto Rico.  Vino acompañada de una hermosa aurea de ser mujer, negra, boricua, triunfante.  Eso no se lo quita nadie.  Pero Jasmine es simplemente una persona humana, que se inserta en los problemas nacionales de la isla, donde ser o no ser boricua es la pregunta fundamental.  Por lo tanto, ella tiene que convivir ahora con un país que tiene una opinión compleja de los boricuas que hablan sólo en inglés, que son negros, y sobre todo, que son parejeros.

Ahora bien, la grandiosidad de la hazaña deportiva de Jasmine Camacho-Quinn, quien batió el record mundial para los 100 con vallas femenino, yace en que ella se alza como una atleta global de primer nivel, quien decidió representar a la colonia y no a la metrópoli.  Uno no sabe los misterios que nos da la vida, pero esto se da en el momento que la metrópoli ya no es un país hegemónico global. Los EE.UU. están en decadencia en todos los niveles, y ahí seguimos nosotros, en una terrible relación colonial que toleramos.

Por lo tanto es lógico que Camacho-Quinn deseara correr por Puerto Rico.  Sobre todo que nosotros somos hoy el país emergente, no así los EE.UU.  No nos olvidemos que hasta el último día de los recien culminados juegos olímpicos, los EE.UU. tuvieron que disputar de tú a tú con China, imponiéndose los americanos al final por una sola medalla de oro.   

Si los juegos olímpicos de Tokio 2020 no nos demuestran nada, entonces hay que ver lo que ha sucedido esta semana en Afganistán, lo cual nos debe dar más que una lección. El final de la invasión americana en Afganistán es el error político más grande y grave cometido por los EE.UU. en muchas décadas. 

Por lo tanto, ¿qué nos depara el futuro a los boricuas en su elación con los EE.UU? De forma sencilla, no mucho. Más allá de los coyunturales fondos federales, la relación con los EE.UU. hoy no tiene futuro. Eso lo sabe ya todo el mundo, pero la que nos lo recuerda con más claridad se llama Jasmine Camacho-Quinn.  Pensemos.