Encuentro de flores Maga [Jasmine Camacho-Quinn] para las magas

Cultura

(San Juan, 11:00 a.m.) Ayer llegó Jasmine, la recibió la patria en medio de un torbellino de abrazos, de besos, de regalos, de miradas reverentes que rendían culto a su carisma de risas prodigadas.

Era un aluvión de emociones que parecían besos furtivos a la orilla.  La patria hoy era la maternidad encarnada, no en la progenitora de Jasmine, sino en el lienzo de la tela de la bandera que se desplegó a su paso en el Comité olímpico de Puerto Rico, dejando atrás la maldición del puerto pobre.

Se desplegó la bandera monoestrellada, como rindiéndole culto a las piernas de ébano, que supieron volar en un acto de mágica prestidigitación. 

El  día que ganó  Jasmine, en la carrera de vallas, cada brinco era un susto que enhebraba los anillos del corazón de la patria derramada.
 
Todo  ocurría como si una princesa africana, corriera sin huir, sin cobardía, con un  valor acerado en la historia de la infamia de la otrora esclavitud.

Con cada salto, cada paso coordinado entre los obstáculos  implantados a su paso, ella iba dejando caer, al ritmo sutil de cada trampa que saltaba, los dolores que Jasmine derrotaba, en nombre de la tierra esclava.
 
Mientras lo hacía, a ella se le derramaban versos de combate, como lo hacían las palabras desde las barbas de los conquistadores de antaño.
  
Pero ella ni lo temía ni lo pensaba, porque el miedo no estaba en su psiquis de mujer, por su valor exaltada.
 

Ella encarnó la resistencia de la madre patria; que en esa carrera logró una simbiosis de hermosos misterios.

Ambas  parieron gemelas. una a la otra se engendraron, Jasmine al lienzo de la bandera mono estrellada, la que también con  Jasmine, en un abrazo de fuego hembril, en luz y calor se encontraban.

Sobre el suelo candente de la matria que las miraba, sellaron un pacto de amor, escrito con leche materna, sobre las vallas  saltadas y soltadas, para derramar gozosas, destellos de la liberación anhelada..