Entre el derecho y la escritura: vivir en la pausa con Daniel Nina

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Programé un encuentro con DANIEL NINA, quería coordinar una invitación a mi programa de radio. Y llegué a su barrio una tarde.  Allí en pleno corazón de Santurce. Una calle, pintoresca, con mucho movimiento, hasta tiene un hotel.  Me estacioné en la misma calle.  Me encantan los barrios. Crecí en uno, diferente, pero todos tienen unaparticular y deliciosa personalidad que me atrapan.

No sincronizamos bien la hora, y como siempre llego temprano, me encontré frente a una hermosa e imponente casa roja, y me senté allí, en el escalón que da acceso a la entrada principal, pacientemente a esperar.  Por supuesto, vino la observación, e imposible mantenermecallada.  Mi conversación inició con Don Carlos, un personaje a quien con destreza envidiable observé estacionar su inmensa guagua de acarrear muebles, entreotros dos vehículos, un movimiento hacia el frente, algo más hacia atrás, y tal parecería que hubiese usado una regla para medir de manera exacta las distancias.  Lo saludé, me ofreció una silla para estar más cómoda, hablamos del cierre de su ebanistería, dueño del edificio adjunto y me invitó a entrar y a ver su negocio.  Una tienda de antigüedades.  Agradecí toda su hospitalidad y en ese momento le dije que regresaría en un futuro para ver su tienda.

Una llamada de NINA me alertó que estaba en una congestión vehicular, que venía de camino.  Le dije tranquilo, ya conozco toda la gente de tu barrio”, dije con alguna exageración.  Y sin titubeo, me contestó, “conociste a Carlos, tienes que ir a su tienda.  Ante laentusiasta recomendación, reconsideré mi rechazo original, me acerqué a Don Carlos y le dije, “muéstremesu tienda.  Una cueva de tesoros: lámparas, figuras, pinturas, escritorios, sillas, libros, de todo lo que puedas imaginar.  Absorta ante la variedad, llego el recuerdo del covid, ahí un mensaje de NINA, llegué y me despedí de mi nuevo amigo, con la promesa del regreso acompañada de unos amantes de antigüedades que, de seguro,navegarán extasiados entre los tesoros que hay allí.

Crucé la puerta de la casa roja para entrar a otro mundo.  Mundo del intelecto, de libros nuevos y viejos, de la emblemática maquinilla del Post Antillano.  Me recibió NINA y me sentó en una cómoda butaca entre joyas de palabras encuadernadas, que me relató, algo así, como que fueron heredadas. Mira lo que hay, escoge los vendo todos a cinco dólares.  Y me dejó, se fue a hacer sus cosas ah y me trajo AUN AGUARDO POR TU LLAMADA, con la indicación de que cuento leyera.  Una hora después, regresó.  Ya yo había recorrido todos los estantes de libros, en un viaje fascinante.  Había de todo, un libro de cocina para un regalo, un libro de Hostos y la Víspera del Hombre, no por qué no lo tenía, y me extasié en el relato de la primera vez que Pirulo vio el mar.  Pirulo como yo, es Lareño. Del libro de NINA, no solo leí el cuento recomendado, si no otros tres.  En ese rato no pude evitar ser parte de la extraordinaria conversaciónque a los lejos sostenía NINA. Pero de esa no comento nada, es secreto de confesión.

Hablamos un poco de este tiempo y de lo que yo queríahacer en mi programa, pagué mis libros, me acompañó al carro, ya a esa hora no iba a regresar sola, y nos despedimos hasta el otro día a las 9:30 de la mañana. Atrás quedó el hermoso barrio de NINA en pleno corazón de Santurce.  La experiencia del día siguiente fue virtual.  Si quieres conocer la profundidad de ese diálogo y conversación, no te pierdas HABLANDO DERECHO, hoy lunes, a las tres de la tarde por Radio Universidad, 89.5 y 88.3 FM.  Es una extraordinaria conversación que llevamos a otro nivel.