La muerte de este gran actor cubano, Enrique Molina, ha sido dolorosa para todos los que lo admiramos. Desde El hombre de Maisinicú, en 1973, Molina se convirtió en un actor indispensable en el cine cubano.
Esther en alguna parte, en la que trabajó junto al gran Reinaldo Miravalles, La cosa humana, Los buenos demonios, Club Habana, Lisanka, Haciendo el sueco, El diario de Mauricio, Un paraíso bajo las estrellas, El Benny, Una novia para David, Alicia en el pueblo de las maravillas, Hello Hemingway, Derecho de asilo, En tres y dos y El cuerno de la abundancia, que forman parte de mi divideoteca, figuran entre sus más recordadas actuaciones.
En Netflix podemos seguir viendo los cuatro films basados en novelas de Leonardo Padura bajo el título de Cuatro estaciones en La Habana en los que hace de Antonio Rangel, jefe de Mario Conde, el icónico detective que interpreta ese otro gran actor cubano que es Jorge Perugorria.
A Enrique nunca lo olvidaremos. Sus personajes seguirán viviendo con nosotros.